La Junta de Andalucía quiere apoderarse
de una catedral de un obispo. Amablemente, nos dejarán a los católicos celebrar
misas en ella. Eso sí, con el tiempo nos pondrán horarios y limitaciones. Unos
años después, tendremos que aguantar como en la nave central puedan celebrar un
acto político o un bautizo laico. Realmente, ni Hitler se atrevió a tanto en
materia de lugares sagrados.
Lo triste es que el principal periódico
de la nación, lejos de poner el grito en el cielo, se ha limitado a decir, más
o menos, que ya era hora de que comenzaran a limitar tantas libertades a la
Iglesia Católica.
Personalmente, todo esto me lo tomo con
la mayor flema británica. Dada su desverguenza, lo que me extraña es que
todavía no nos hayan quitado todas las catedrales. Dadles tiempo. Están
comenzando a descubrir que pueden hacer leyes. Están comenzando a comprobar
(todavía con miedo) que los tribunales, al final, obedecen a los políticos y
sus leyes. Dadles tiempo.
Todavía se sienten inseguros. Todavía
creen que no pueden. Pero la sociedad está mucho más enferma de lo que creen. Tanto
Gran Hermano, tanto Sálvame, tantas Crónicas Marcianas, han hecho que la población
sólo busque pan y circo. El camino hacia el bolivarianismo se ha allanado de un
modo extraordinario.
Dentro de diez años, veremos un populismo
totalitario de corte europeo. Los catilinas están al acecho esperando su momento.
Todavía puedo escribir lo que quiero en este blog. Pero ya llegará el día en que,
en nombre de la Libertad y la Constitución, tenga que no tocar ciertos temas.
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