
La primera reacción instintiva que tuve al saber que
no iba a haber misa de acción de gracias tras la proclamación como rey de
Felipe, fue de orgullosa satisfacción. Cuanto menos se asocie a la Iglesia con una
institución que se hunde como el Titanic, mejor parados saldremos.
Pero después de la satisfacción, observé en mí
sentimientos de antisatisfacción, aunque sin llegar a la rabia, ni a la furia.
Esto de quitar la misa es otro avance del laicismo.
La monarquía me importa un comino, pero que se dé o no gloria a Dios, no me da
lo mismo; aunque sea con la excusa de una coronación o de una bendición de
animales.
La misa, al fin y al cabo, era un culto público, un
reconocimiento del verdadero Rey. Si Juancarlos y Felipe hubieran dicho que con
misa, nadie hubiera protestado, ni el gobierno, ni las instancias legales, ni
nadie. Sólo hubieran protestado los que siempre protestan, lo que siempre se
quejan de todo y por todo.
Además, si le daba tanto agobio no ser rey de todos
los españoles por asistir a una misa, podía haber dejado bien claro que
asistiría a la misa para dar gracias a Dios, como un acto personal. Pero las
gracias a Dios se dan sin esconderse.
No son confesionales los Estados Unidos,
y bien que dieron gracias a Dios en una iglesia antes del juramento
presidencial Bush y otros. ¿Por eso ya no fue el presidente de todos los
estadounidenses? Evidentemente, sí que lo fue.
Aquí para ser neutrales, se quita la religión de por
medio. Pero, al hacer eso, ya es una toma de posición. Y la toma de posición,
con la excusa de la neutralidad, es que la religión debe desaparecer de la vida
pública.
Espero y confío que nuestros señores obispos nunca
jamás vuelvan a colocar el asiento del rey en el presbiterio. El rey es un
laico más y no debe colocarse en ese lugar sagrado. No lo hicieron sus
antepasados, no lo hizo Franco, no sé por qué ahora se ha comenzado a hacer
alguna que otra vez.
Juancarlos y Felipe han decidido negar al verdadero
y único Rey este acto de homenaje. Algún día, no lejano, alguien del clero le
podrá decir: Llora como ciudadano, lo que no defendiste como monarca.
En todos estos asuntos, la reina Isabel de
Inglaterra ha sido muy categórica, dejando claro que es una monarca cristiana y
que si a alguien no le gusta, que se aguante. Ella sí que ha manifestado mil
veces su apoyo asistiendo a muchas más cosas de las que le hubiera tenido que
asistir por puro trabajo. Aunque todo este real desplante, tampoco es que me altere
lo más mínimo. Todos sabemos que la actual monarquía española es a la inglesa,
lo que Galáctica fue a Star Wars.
Querido Felipe, comienzas tu reinado intentando dar
gusto a aquellos a los que jamás podrás contentar. Comienzas tu reinado
haciendo un desplante justamente a los pocos monárquicos tradicionales que te
hubieran apoyado incondicionalmente.
Dios es Rey, también aquí en la tierra, no sólo en
el cielo. Juancarlos era muy celoso en todo lo que se refería al protocolo
relativo a su persona. Pero él y su hijo expresamente no han querido prestar
público homenaje a Aquél del que penden todos los tronos de la tierra. Cuántos
presidentes de naciones, cuantos ministros y humildes alcaldes han tenido
muchos más redaños que ellos.
Aquí no está en juego la neutralidad del Estado. Aquí
lo que ya se ha decidido es sacar a la religión de todo lo público. La espléndida
coronación del monarca inglés será una manifestación de fe en Dios. Será una glorificación
fastuosa de la fe de que es Cristo el que concede todas las coronas y todos los
cetros.
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