Quiero plantear una cuestión teórica, de teoría
constitucional, que me parece muy interesante. Imaginemos un país en que tres
partidos se enrocaran en sus posiciones y ninguno quisiera ceder para permitir
la formación de un gobierno. Y en esta situación se celebraran unas terceras y
unas cuartas votaciones, cada vez más distanciadas entre sí, pero en las que el
electorado siguiera apoyando fielmente con tenacidad a sus partidos para que no
cedieran ante las otras opciones.
Es algo que podría suceder en alguna democracia.
¿Qué habría que hacer? La teoría es que la voluntad popular acabaría
desatascando la situación. Pero imaginemos que no sucediera así
De nuevo, según la teoría, esas tres fuerzas
políticas acabarían acordando un cambio en las reglas del juego, de manera que
alguno de ellos pudiera gobernar con mayoría simple, aún sin el apoyo de los
demás. Pero imaginemos que no hay acuerdo para eso. Imaginemos que ante la prolongación
de una situación así y con el país deslizándose hacia el caos, el partido
minoritario bloquea la mayoría suficiente para un cambio constitucional. ¿Qué
se hace entonces?
Las constituciones sólo contemplan escenarios en los
que, antes o después, hay un acuerdo. Las constituciones dan por supuesto que, más
pronto o más tarde, el sentido común se impone. ¿Pero que se haría en un país
en el que tanto los partidos como su electorado se encierra en una posición de
bloqueo que conlleve años?
¿Podría darse el caso de un bloqueo perfecto,
prolongado y sin visos de solución en varios años? Todo lo posible se puede
acabar dando. La cuestión es qué se debe hacer en una situación así. No lo
tengo claro. Aunque parece que el quid
de la cuestión radica en si esa ausencia de gobierno conlleva la anarquía
perfecta o se puede mantener un mínimo orden. Cuanto más graves sean las consecuencias,
más fácil es que la población acepte cualquier salida, legal o no. Lo
interesante, constitucionalmente hablando, se da en una situación de ausencia
de Poder Ejecutivo en la que se mantenga un orden mínimo por más que el Estado
vaya hacia la decadencia con toda claridad.
Los lectores más simples creerán que este post va a
concluir con que voy a hacer una apología de la dictadura o algo similar. No,
no, de ningún modo. Mi único interés era plantear esta cuestión teórica.
Cualquier contrato suele tener clausulas de
resolución ante escenarios totalmente insospechados. Curiosamente el contrato
social, el contrato que regula el Poder Máximo, carece de clausulas ante
situaciones de bloqueo perfecto.
En mi obra La
decadencia de las columnas jónicas sí que contemplo esta situación
excepcional, y el Senado y el Tribunal Supremo de común acuerdo y por una
mayoría de ¾ partes de cada una, sí que puede suspender el funcionamiento del
Parlamento o del Ejecutivo.
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