lunes, julio 15, 2019

A mis lectores vascos y catalanes



Ayer tuve una encantadora llamada de una lectora vasca del blog y hablamos del nacionalismo. Tras esa llamada me gustaría añadir unas palabras aquí.

Aunque no voy a repetir lo que ya he dicho, hago protesta (una vez más) de que mi interés en hablar acerca de este tema ha sido desde un punto de vista moral. No puedo desentenderme de la pregunta: “¿Es lícito o no es lícito?”. Porque si fuera lícito, estarían los gobernantes de España pecando al encarcelar a ciudadanos que defienden algo lícito.

Si fuera lícito, estaríamos hablando de derechos. Si fuera lícito, deberíamos pedir perdón a aquellos a los que hemos intentado imponer nuestras ideas. Pero la moral es objetiva, es igual para todos y para todas las épocas. Los dictados de la moral obligan por encima de los partidos políticos, de las ideologías y de las opiniones personales. Lo repito, las opiniones personales no están por encima de la moral. Las opiniones deben adecuarse a los dictados de la moral.

Todos hemos escuchado cientos de veces que hay muchos y muy buenos católicos que son secesionistas. Pero, por mucho que se repita esa frase, la gran cuestión es si existe un verdadero derecho a la secesión. No me importa el número de buenos católicos secesionistas, lo que me importa es la verdad moral, la lógica implacable de la verdad.

Cuando he afrontado esta cuestión, equivocado o no, lo he hecho desde el más escrupuloso deseo de buscar la verdad, de que no me traicionaran mis prejuicios, de que nunca nadie me pudiera echar en cara el haber abusado de mi función como pastor de almas para imponer mis ideas opinables sobre las de otros.

Durante años, evité esta cuestión. Pero la intervención de las fuerzas de seguridad del Estado, la detención de varios cargos electos y la posible aparición (en el futuro) de la violencia me obligaron en conciencia a emitir un juicio moral sobre el mismo núcleo del asunto. Cosa que, durante años, repito, evité.

Y ahora voy al tema que iba ser el post de hoy, lo que pasa es que en el preámbulo (iba a ser solo un párrafo) me he alargado.

Ayer hablamos por teléfono de don Mateo Múgica, obispo de Vitoria (es el que aparece en la foto de arriba en este post), y del cardenal Vidal i Barraquer, arzobispo de Tarragona. Los dos únicos que no firmaron la Carta Conjunta del episcopado de España, del que ellos eran parte.
        
Pues bien, del obispo de Vitoria, solo voy a dar un dato entre varios y es el documento que se radió en el País Vasco con su aprobación y en el que se dará un juicio episcopal acerca del hecho de los católicos carlistas estuvieran luchando en el frente contras los católicos nacionalistas vascos. El obispo dirá estas palabras impresionantes:

No es lícito, en ninguna forma, en ningún terreno, y menos en la forma cruentísima de una guerra, última razón que tienen los pueblos para imponer su razón, fraccionar las fuerzas católicas ante el común enemigo.

Menos lícito, mejor absolutamente ilícito es después de dividir, sumarse al enemigo para combatir al hermano, promiscuando el ideal de Cristo con el de Belial, entre los que no hay compostura posible.

Impresionante. Sencillamente, impresionante. Y este es el obispo al que todos los documentales presentan como enemigo de la Carta Conjunta.
El que quiera puede leer un artículo mucho más largo (con muchos más datos) en la prestigiosísima revista Hispania Sacra en el que aparece, además, la alocución entera que se leyó en la radio:


El otro prelado que no firmó la carta de todos sus hermanos obispos (vivos) fue el cardenal Vidal i Barraquer, del que también se ha querido hacer un símbolo independentista y también siempre aparece mencionado en todos los documentales, los cuales repiten que no todos los obispos apoyaron a Franco.

De este cardenal ya hablé largamente en otros posts. Solo repetiré sus mismas palabras: “Deseo vivamente que triunfe Franco”. En este link se pueden tomar muchos más datos acerca de esta cuestión:


¡¡Y estos eran los dos paladines antifranco!! Cómo se manipula todo en los documentales pagados (con el dinero de todos) por nuestro régimen socialista.

En fin, he escrito este post para completar mi conversación de ayer. Yo siempre respeto a las personas. Las personas son respetables. Todas las ideas no son igual de respetables.

El nacionalismo independentista puede ser una fuerza que se desarrolle en muchos países europeos. Puede acabar siendo una ideología que prenda incluso en muchos países latinoamericanos.

Los pueblos harán lo que quieran, pero el Estado de Derecho está investido de toda la legitimidad para imponer el orden de la Ley allí donde se conculque el orden constitucional.

En España no hay presos políticos. No existe el derecho a la secesión. Y Tarragona y Bilbao son tan parte de España como Córdoba y Segovia. Los derechos no son un menú servido sobre la bandeja del relativismo moral para que cada uno se sirva según sus gustos.