viernes, diciembre 06, 2019

Leyendo los primeros textos del cristianismo



(Parece mentira que una obra como la de la foto sea un grafiti. Qué belleza. Una obra formidable.) Estaba hoy leyendo la Didajé. El primer texto cristiano del que se tiene noticia. Texto que es de la segunda mitad del siglo I. Entresaco estas líneas de mi lectura. En rojo el escrito original.

Hijo mío, de aquel que te explica la Palabra de Dios te acordarás de día y de noche, y lo honrarás como al Señor. Porque donde se anuncia la majestad del Señor, allí está el Señor.
Para alguien que predica (es decir, para un sacerdote) este consejo resulta extremadamente alentador. La predicación de la Palabra de Dios, sea cual sea la parte de la que se hable, en el fondo, es un modo de anunciar la majestad del Señor.

Buscarás cada día los rostros de los santos, para hallar descanso en sus palabras.
Aunque puede entenderse como la búsqueda de la intercesión de los santos del cielo, también se puede entender como el consejo de buscar la compañía de cristianos. Volviendo al sacerdocio, nuestras predicaciones deben ser un “lugar” donde las almas encuentren descanso. La homilía no es un lugar para reñir a los que vienen a misa.

No provocarás facciones, sino que pondrás paz entre los que pelean.
Ay, cuánto deberían releer estas palabras los autores de ciertos blogs católicos y ciertas webs. Crear división entre pastores y fieles, así creen estar construyendo la Iglesia. Esos intoxicados siempre acaban añadiendo que “hay buenos pastores”. Como si eso lo arreglara todo.

Si puedes llevar todo el yugo del Señor, serás perfecto. Pero si no lo puedes llevar todo, haz lo que puedas.
Si esto lo dice el papa Francisco en una alocución, tantos gritarían: “¡Relativista, relativista!”.

Es curioso, la Didajé aconseja que los cristianos recen el padrenuestro tres veces al día. Y añade unas fórmulas fijas que se recitaban en la misa. Mañana las pondré aquí.