jueves, noviembre 19, 2020

Después de siglos, su eco resuena


 

Yo era un jovencito entre 15 y 16 años que no sabía mucho de música. Pero, cuando iba a alguna gran celebración al Santuario de Torreciudad, después de la comunión, sonaba una música celestial, una música que nunca había escuchado. De pronto, el órgano que parecía la voz de Dios. Era una música que hablaba directamente al alma. En otros lugares, escuchaba otras músicas de órgano, más ligeras, más fatuas, más vanas.

Yo, en esa época, no lo sabía, pero la gran música que escuchaba en Torreciudad tenía un nombre, solo un nombre: Bach.

Sí, para la acción de gracias, después de la comunión, no hay mejor música para recogerse en adoración que la de Johan Sebastian.

https://www.youtube.com/watch?v=zzBXZ__LN_M

En esa época, no sabía mucho de música. Pero sí que sabía una cosa: durante la acción de gracias estaba Bach y después ya venían de lejos todos los demás.

https://www.youtube.com/watch?v=J6jl0_QVX5c

Después de las músicas que he puesto, tan densas, ahora esta otra, tan distinta de las otras, llena de luz, llena de vida. Y uno comprende que las composiciones del Maestro de Leipzig van más allá de la música porque solo una vida que va más allá de la vida (terrena) puede hacer una música que va más allá de la música (terrena).

https://www.youtube.com/watch?v=KHvJJqjqAkg

Para acabar, como colofón, podría hablaros de la Cantata, BWV 147, Jesu, Joy of Man's Desiring, que es una música que va más allá de cualquier palabra, de cualquier elogio. Pero no, prefiero acabar con esa explosión de gozo, de alegría, que es el Gloria in excelsis Deo.

https://www.youtube.com/watch?v=p16wOPrX7Rk