martes, abril 12, 2022

Tantas cosas se podrían reconstruir

 

Hay tres marcos arquitectónicos que si existieran, me gustaría visitar palmo a palmo: una reconstrucción lo más exacta del Foro Romano (me conformaría con una parte, claro), otra de la Ciudad Prohibida y una reconstrucción del Potala (la residencia de los Dalai Lama).

Me refiero a reconstrucciones realizadas por los máximos expertos, buscando la fidelidad mayor posible. Una vez creados esos marcos, se podría recrear la “vida” en el interior de esos entornos. Además, estos tres marcos podrían crecer como parques temáticos en expansión.

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Hay que entender que, en el siglo XXI, la mayor parte de la economía ya no puede crecer como industria productiva. Producir lo que se dice producir tiene sus límites de crecimiento anual. Las economías, llegadas a cierto nivel, crecen en el sector servicios.

La creación de estos magnos proyectos que he expuesto supondría un desarrollo económico, no son lujos inútiles.

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La economía no puede seguir creciendo como una voraz maquinaria industrial devoradora de recursos. Se debe potenciar un crecimiento de sectores y actividades que lleven a la gente a salir de sus casas, a despegarse de las pantallas.

Sería ideal una sociedad que empleara parte de su potencial de crecimiento en crear preciosos bosquecillos en mitad de las ciudades, o grandes bosques en las afueras de los centros urbanos. No me refiero al típico bosque actual, sino a bosques visitables, naturales, pero cuyo nivel de diseño no tenga nada que ver con la mera y sencilla repoblación de pino a la que estamos acostumbrados, sino algo mucho más complejo y sofisticado.

La economía debería crecer como un factor de humanización. El desarrollo del PIB debería ser encauzado para hacer de la vida humana algo más noble, mejor. Solo con la codicia no basta como factor orientador de la economía. Hay que lograr que la sociedad promueva el mejor arte, el ejercicio al aire libre, las excursiones a visitar todos los pueblos, los entornos naturales, salir de casa, salir, salir, encontrarse con los demás.

Cuando escuché a cierto millonario hablar de cómo piensa invertir mucho dinero en el “Multiverso”, pensé: “Lo que nos faltaba. Que los planes de las grandes empresas promuevan el que la gente se aísle más; todavía más”.

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Lo que he escrito hoy sé que parece un imposible. Pero los países escandinavos y los bálticos se acercan bastante a esto que he expuesto. Me sorprendió cómo sus poblaciones aman sus entornos naturales y los recorren. Hay naciones que dan la espalda a su naturaleza y otros que la aman. En los países bálticos apenas hay gente obesa. La política de países como Noruega o Suecia es muchísimo más sana que la de lugares donde pululan seres como Christina Fernández de Kirchner o Amlo.