Ha sido muy gracioso por la tarde que iba por la
calle y ha comenzado a llover. Como llevaba la capa parva sobre la sotana me he puesto la capucha. Esta capa
pequeña (no un mantello) me la hicieron las monjas para Roma por si llovía.
Entonces me he cruzado con un grupo de jóvenes con chupas de cuero y aspecto de
rockeros, y uno de ellos me ha dicho con toda sinceridad:
Qué
sepas que tu rollo me mola muchísimo.
Lo ha dicho con tal convicción que me he acordado de
todos aquellos curas setenteros que siempre siguen repitiendo el viejo
estribillo de que estas cosas no conectan con los jovenes.
Hoy, como el año pasado, he entrado con dos acólitos
con alba y cirios en la clausura del convento para reservar el copón del
Santísimo Sacramento en una dependencia del convento que hace las veces de
Santo Sepulcro en el día de hoy y mañana.
He colocado el copón sobre una amplia mesa (que hace
las veces de losa del sepulcro) y lo hemos cubierto con un velo. Toda la
comunidad con sus hábitos blancos, velos negros y capas azules ha adorado de
rodillas. Después he salido al claustro y las monjas han procedido a cerrar con
llave la puerta. Han corrido un gran arcón que simboliza la piedra que
corrieron las mujeres. Tras eso, la superiora ha enlazado con muchas vueltas un
cordón entre el pomo de la puerta y un gancho. Acto seguido yo he sellado los
dos cabos del cordón.
No lo sellamos con lacre sino con plastilina roja.
El sello no es de lacre, y la piedra es un arcón, pero esa dependencia, de
verdad, que recuerda a toda la comunidad la realidad del sepulcro de Nuestro
Señor. Para el próximo año, ya está decidido que diseñaré un sello específico
para este acto, ya os lo comentaré aquí en el blog.
El sermón que he dado hoy Viernes Santo en el
convento lo podéis escuchar aquí: