Me preguntaba hoy una médica vasca qué razón tengo
para tener tan buena opinión del Opus Dei. Querida amiga, te voy a contestar
con total sinceridad.
Una razón muy menor, pero muy menor, es lo bien que
me caen los sacerdotes de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz de mi
diócesis; con tres soberbias excepciones.
La segunda razón es que la Obra ha sabido
mantener un magnífico equilibrio entre el tradicionalismo de algunos
grupúsculos y el laxismo tan imperante en los años 70 y 80. Ha mantenido una
total fidelidad al Magisterio, pero sin los rigorismos que he visto en otros
lugares. La vida que propone a laicos y sacerdotes, siendo exigente, no resulta
opresiva. Gira toda ella en torno a un plan de vida de medidas perfectas.
Alguien podrá pensar que esto es muy sencillo de
conseguir. En teoría sí, pero cuando tu institución se hace colosal en cuanto
al tamaño e influencia, es fácil caer en mesianismos personales. El Opus, a
estas alturas ya somos amigos y podemos abreviar, ha sabido evitar el caer en
la adicción a las revelaciones privadas a las que tan aficionados son otros.
Después, eso es necesario reconocerlo, los del Opus
son los mejores directores espirituales. Y no sólo eso, cuentan con todo un
microcosmos de círculos, meditaciones, retiros y convivencias que apuntalan,
refuerzan y consolidan cualquier conversión, cualquier deseo de ir más allá de
una mera vida en gracia de Dios.
Eso puede parecer muy fácil de conseguir, pero no lo
es. Reconozco que, por más que lo he intentado, nunca le he tenido devoción a
San Josemaría. Y eso que no tengo la menor duda de su gran santidad. Algunos
miembros sacerdotales de la Obra han tenido actuaciones bastante feas hacia mi
persona. Pero siempre he distinguido entre la institución y las personas. Hacer
esa distinción es una cuestión de mera justicia.
Post Data: Como recibo muchos comentarios acerca de
cuál es mi opinión sobre el Camino Neocatecumenal, recuerdo que ya la he dado
muchas veces. En este blog he hablado más del Camino que del Opus. Mi opinión
del Camino es positiva y favorable, siempre lo defiendo. Pero mientras no
sustituyais las canciones de Kiko por gregoriano o motetes de Tomás Luís de
Vitoria, no os hagáis ninguna ilusión de que me haga supernumerario del Camino.