Hoy he tenido una interesantísima conversación con
varios arquitectos de dos horas discutiendo sobre mi libro La Catedral de San Abán. Quédense tranquilos los participantes de
tal reunión que no revelaré ni el más mínimo dato personal.
La conversación, que en algún momento estuvo a punto
de usar las escuadras y cartabones (para aporrearnos entre nosotros), duró dos
horas y estuvo llena de pasión por ambas partes, sin terreno neutral en medio,
sin ninguna voluntad de hacer prisioneros: une
guerre a mort.
Al final, la conclusión está clara por mi parte:
¿Norman Rockwell o Miró?
Es
que la arquitectura debe avanzar. Ya, pero tus colegas llevan
medio siglo avanzando de tal manera que si construyen la parroquia de mi
barrio, francamente prefiero que no se haga otro experimento.
Ahora en serio: ¿tan difícil resulta entender que
el camino emprendido desde la década en los años 70 en arquitectura religiosa ha
sido un camino equivocado? No es que haya habido fallos: es un camino equivocado.
El problema es que cuando dices esto, siempre hay un arquitecto que dice: pero ahora
lo haremos bien.
Sobre este tema he tenido más de 800 conversaciones con
el arquitecto de mi diócesis. Lo doy por un caso perdido de neocalvinismo arquitectónico-industrial.
Debería existir algún tipo de inquisición que quemase a esos culpables con un fuego
no material.
(Bueno, a mi arquitecto diocesano le perdono todo. El lo sabe. Es consciente de que mis críticas hacia él son hojarasca que cae sobre la admiración que le profeso.)
(Bueno, a mi arquitecto diocesano le perdono todo. El lo sabe. Es consciente de que mis críticas hacia él son hojarasca que cae sobre la admiración que le profeso.)
Los arquitectos de la iglesia ortodoxa siguen repitiendo
las iglesias del pasado, y siento más envidia de sus templos que admiración por
el afán occidental de romper todos los moldes en cada nuevo templo parroquial.
Sería fácil encontrar concomitancias entre la tradición
de la fe y la tradición de la arquitectura sacra. Sin duda la última catedral
ortodoxa de Montenegro, la de la ciudad de Podgorica, la veo mil veces más acertada
que los mil experimentos que han tenido que sufrir los fieles europeos en más de
un millar de poblaciones.
Si no me creéis a mí, creed al Cura de Ars, que fue el que dijo esta frase: Se ora tan bien en las iglesias antiguas. Lo que pasa es que muchos arquitectos son malos, son peores que Stalin. Pero su reinado del terror estético está pronto a acabar.