Al final, mi post sobre los Premios Príncipe de Asturias
han resultado una disertación sobre cómo se usa el dinero por parte del Poder.
Que conste que no me hubiera opuesto a la creación
sensata de unos premios. Respecto al Premio Cervantes no tengo ninguna crítica.
No soy de los que piensan que todo el dinero solo puede ir a los pobres. Pero
la erradicación pobreza debe ser nuestra prioridad absoluta.
Los Premios Cervantes deberían reformarse a sí mismos,
de forma pacífica e inteligente. Todos aplaudirían la humildad de preguntarse:
¿para qué estos premios?
La gente válida en el patronato debería preguntar a sus
compañeros qué sentido tiene premiar a los famosos. ¿Qué sentido tiene que
España premie a los que ya tienen todos los premios y toda la fama?
Que la mayoría de los premiados tiene méritos no lo
duda nadie. Pero que sean los que más méritos tienen, lo duda todo el mundo. ¿Realmente
Norman Foster es el más innovador arquitecto de nuestros días? ¿O había otros
más desconocidos que eran mejores, pero menos famosos? La respuesta es ultraevidente
para cualquiera que siga el mundo de la arquitectura.
Y pongo este ejemplo porque es un ejemplo no polémico.
El patinazo de premiar a la autora de Harry Potter fue épico. Pero eso no fue un patinazo.
Fue un síntoma innegable de la carcoma que mordisquea a esos premios desde su mismo interior.
Por supuesto que no deben escudarse en que no se
presentaron más candidaturas. Pues si no las presentan, búsquenlas. Si no vamos
a entrar en un círculo vicioso del que vamos a salir nunca. Ya estamos en ese
círculo vicioso.
Pero, puesto que los Princesa de Asturias no son los Nobel,
ni ninguno de los premios notables del mundo, es un premio provincial,
reconozcámoslo, ¿no sería mejor ganar el prestigio escogiendo lo mejor de lo mejor sin atender a ningún otro criterio
que el mérito y solo el mérito, olvidándose
de la fama y las candidaturas?
Lograr algo de prestigio va a ser difícil, porque ya
parten de una situación desfavorable: muchas categorías y muy genéricas. Pero se
puede lograr.
Eso sí, quiten la categoría de deportes. Eso allí no
pinta nada. No sé a quién se le ocurrieron tantos premios sobre materias tan difusas.
Yo sugeriría, ya puestos, que añadieran cuarenta categorías más, entre otras:
-Premio
Príncipe de Asturias al amor a la vida
-Premio
Príncipe de Asturias a la economía y la defensa de la mujer
-Premio
Príncipe de Asturias a la Historia de la Concordia (aquí cabe todo)
-Premio
Príncipe de Asturias a la tolerancia humanista
Por supuesto que dejo aparte el uso político de estos
premios. Porque, como premios, han incurrido en todos los errores posibles e
imaginables. Le dieron el premio de arte a Almodóvar. Pregunten a todos los
críticos si él es el mejor director, el más renovador, el más artístico. La respuesta,
está claro, es un no rotundo. No hace falta continuar con la lista.
Todos esos millones de euros que hay en la fundación
no están allí porque un millonario un buen día decidió hacer eso con su dinero.
Ese dinero se consiguió en una época en que los bancos se estaban haciendo de
oro. Tanto dinero sacaban cada año, que decidieron dar unas migajas para poder
decir que hacían algo por la sociedad de la que extraían el dinero. Y no
exagero al decir que lo extraían. Pero ese sería otro post.
Con lo cual que no me digan que ese dinero era
privado. Era privado en una situación de connivencia egoísta del capital con el
Poder. Por eso, era dinero “privado” solo más o menos. Era un dinero tan
privado que bastaron unas cuantas llamadas del rey para conseguirlo
¿Cuántos pisos se pueden construir con 31 millones de
euros? Me dediqué a hacer cuentas. Pero, al ver cuánto cuesta realmente construir
una casa, hay que tener en cuenta que buena parte del precio son impuestos y
tasas. Sin esas tasas y en suelo público serían millares de casas. En España,
el año pasado hubo 33.059 desahucios. Ese sí que es un buen campo para aplicar las
mejores mentes del país, con premios millonarios o sin ellos.
O sea, con 33.059 desahucios en un país, en un solo
año, dedicar 31 millones de euros a una fundación que da unos premios de pena
me parece un escándalo. Cuando Podemos critica estas estructuras sociales tiene
toda la razón del mundo. No concuerdo en sus soluciones: la solución no es un
neocomunismo. Pero tiene razón en la denuncia.
Pero no os preocupéis. Otro año más, los culpables se
harán la foto, tendrán una buena cena, se retirarán a sus habitaciones de lujo
a dormir, y se levantarán dispuestos a seguir “gobernando”.
Ojo, no estoy diciendo que repartan el dinero de la
fundación en una cola de indigentes en la Puerta del Sol. Eso no serviría para
nada. Lo que hay que hacer es poner buenos gobernantes que hagan planes a largo
plazo, hombres humildes que se dejen aconsejar por los más sensatos.