He estado durante una semana dedicado a la oración. He
ido a un lugar donde sintiera la gracia. Hay lugares especiales, hay sitios de
este mundo que ya solo por estar en ellos uno siente devoción, ganas de orar; lugares
donde todo lleva a Dios.
Al regresar, he podido comprobar cuánta tensión hay
ahora mismo en muchos sacerdotes por cuestiones eclesiásticas. No puedo en un solo
post dar mi opinión sobre tantas cuestiones sobre las que me preguntan los laicos
que confían en mí.
Son preguntas que no se responden con un sí o un no.
La necesidad de matizar no es un lujo. Solo un troglodita respondería con una
palabra contundente como un golpe de tranca. Cuántas veces san Pablo, en sus
epístolas, matiza y vuelve a matizar.
Pero una cosa sí que puedo decir: amor a los obispos,
amor al papa. El respeto y cariño hacia las personas sagradas no implica
ninguna traición a la ortodoxia de la fe, aunque algunos así lo intenten plantear.