Uno de los libros que tenía guardados desde hacía
meses o años eran las memorias (que escribió en la cárcel) Rudolph Hoss,
comandante de Auschwitz. Pensé hojear esas memorias dos o tres minutos.
Me interesa mucho la psicología del Mal, es decir la
mente de los jerarcas de ese Estado de Satanás que fue el III Reich. Ahora bien,
los sadismos que ocurrieran en un campo de concentración no tienen para mí el
menor interés intelectual. Todos tenemos una idea bastante clara de lo que
ocurrió entre las alambradas de espino. No me aporta nada leer más sobre ese
tema.
El libro, por lo tanto, iba a ser desechado tras un
par de minutos de aburrido pasar páginas. Pero cual fue mi sorpresa al
encontrar un escrito rebosante de detalles valiosos, tales como la vida familiar
de ese asesino, su relación con los subordinados o el análisis de los distintos
tipos de condenados. Es un libro que no reconoce su culpa, pero (salvo por ese
punto) son páginas sinceras y llenas de detalles.
El libro que parecía destinado a la papelera ha pasado
a ser leído desde la primera línea hasta la última. ¿Se puede ser comandante de
un campo de concentración y llevar una vida normal? No, el Mal lo invade todo. Su
vida familiar era mala, no tenía amigos; la relación con sus subordinados llena
de desconfianza; acabado su trabajo cada día, se aislaba en sí mismo. Su
felicidad personal era nula.
Mañana os contaré más detalles. Lo curioso es que, de
joven, durante muchos años, pensó en hacerse sacerdote. Pero, después, abandonó
sus creencias cristianas y se hizo nazi. ¡Menuda bifurcación la de ese momento
de su vida!