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sábado, febrero 22, 2020

La Iglesia Palmariana: algunas consideraciones



 A veces, nos olvidamos de la asistencia del Espíritu Santo a la Iglesia. ¡Y es tan real! Si hiciéramos el experimento de crear un grupo humano con los mismos dogmas y sacramentos de la Santa Iglesia Católica y se le dejara a ese grupo que evolucionara sin esa asistencia divina, ¿qué pasaría?, ¿qué resultado final tendríamos?

Pues bien, el experimento se ha realizado: se llama Iglesia del Palmar de Troya. El resultado ha sido un perfecto desastre. La visión de ese grupo sectario es un recordatorio de la asistencia a la verdadera Iglesia. Nos fijamos mucho, demasiado, en lo humano. Pero el Espíritu Santo es real.

¿Lo que digo de esa secta palmaria es válido para los grupos protestantes? No, porque en el caso palmariano quisieron hacer una réplica exacta de la Iglesia Católica. Mientras que, en los grupos protestantes, son gente con fe en Jesús que se reúnen para escuchar la Palabra. Como se ve, son dos casos muy distintos.

Incluso en los cismas, como en el caso de monseñor Lefevbre, cabe una cierta dosis de buena voluntad, una cierta dosis de error teológico del que no se ha sabido salir. Pero es muy distinto cuando uno juega a ser Dios creando una réplica. La secta del Palmar de Troya es un fenómeno digno de estudio para aquellos interesados en la evolución de este tipo de grupos pseudocatólicos. Un grupo que se limita a luchar contra su propio derrumbe a cámara lenta. Un grupo que se limita a una sola cosa: conseguir que las propias pasiones humanas no invadan como zarzas absolutamente todo, cada metro cuadrado de esa secta.

Si Dios no actuara, no tendríamos un Palmar de Troya, sino cincuenta. Y, de entre ellos, una docena muy extendidos por todos los continentes. Nunca, en la tierra, sabremos lo que Dios ha impedido.