Los últimos acontecimientos
con altos mandos de la Guardia Civil en España son la muestra de un eterno dilema. Un dilema constitucional que es como un nudo gordiano:
--Si la cúpula de las fuerzas policiales no depende del Ejecutivo, si los
nombramientos solo dependieran de ellos mismos, la policía se podría convertir
(al cabo de decenios) en una burbuja de intereses o de corrupción.
--Si los nombramientos de
la cúpula de la policía dependen del Ejecutivo,
es casi imposible evitar que trabajen (al menos, en parte) para los intereses
de aquel que los nombra.
Este dilema tiene muy
mala solución y existe como un problema irresuelto
en todos los ordenamientos constitucionales del mundo. Todo el mundo entiende
la ventaja de la división de los tres poderes. Pero la relación entre Ejecutivo
y poder policial es otra cosa.
Es algo a lo que le he
dado muchas vueltas, hace meses. esto ya lo traté en mi ensayo La decadencia
de las columnas jónicas. Pero ni a mí mismo me dejó feliz la solución que yo
proponía.
En mi ensayo, proponía
que la cúpula de la policía dependía del Estado Mayor del Ejército. Y que los
miembros del Estado Mayor eran los que se encargaban, por méritos, de hacer los
nombramientos en las vacantes del Estado Mayor; y, por ende, en la cúpula de la
Policía.
La situación, en mi
ensayo, era la siguiente:
--El poder ejecutivo
mandaba sobre
la policía y el ejército.
--Pero, de hecho, la cúpula
de la policía era independiente. Porque el
Ejecutivo no realizaba los nombramientos.
--Si el Estado Mayor se
corrompía, los tres poderes constitucionales (Congreso, Senado y Tribunal Supremo)
podían suspender de sus funciones a parte o a
todo el Estado Mayor.
Era un punto
intermedio entre la total independencia y la total subordinación. En mi
propuesta, la cúpula de la policía sería totalmente independiente en los
nombramientos, obedecería al Ejecutivo. Pero los poderes constitucionales
podrían anular esa independencia y nombrar un nuevo Estado Mayor, que, de nuevo,
sería independiente.
Veo los pros y los
contras de mi propuesta. Aunque es un sistema más equilibrado, me parece, que
el de ahora: total sumisión al Ejecutivo u ostracismo. Frente a eso, hasta mi
sistema es mejor. Ahora bien, la sumisión o la venganza es lo vigente ahora.
Mi sistema puede ser defectuoso, pero el sistema actual, sin duda, es peor.