Consejo nº
1: Querido
pardillo, debes entender que el mundo editorial es mucho más cruel que
cualquier cosa que hayas visto en El Padrino I, II y III. La policía no
parece haber descubierto que en este ramo se derrame sangre.
Consejo nº
2: Crees
que eres el mejor escritor del mundo y que todo lo que sale de tus dedos es oro.
Y no seré yo el que te saque de tu error.
Consejo nº
3: Triunfar
en literatura es cuestión de trabajo y perseverancia. Me encantan los sádicos
que afirman y hasta enseñan este tipo de cosas.
Consejo nº 4:
Según
el último censo, hay cuatro escritores por cada tres lectores. “Cómo escribir
una novela” es el género literario más vendido durante los últimos años. Pagar a
los lectores que queden por ahí parece el método más rápido y sensato para llegar al
mismo fin.
Consejo nº 5:
Otros
escritores te darán consejos acerca del uso de adverbios o del modo de enfocar
una descripción, te dirán esto y lo otro sobre la inspiración. Para ser un buen
escritor lo mejor es una relación amorosa (no necesariamente larga) con el
director de la editorial.
Consejo nº 6:
Vargas
Llosa hablaba de que en esto consiste la autenticidad o sinceridad del
novelista: en aceptar sus propios demonios y en servirlos a la medida de sus
fuerzas. Yo creo que se refería mi consejo nº 5.
Consejo nº 7:
“Mis
diez consejos para escritores novatos”. “Cómo acabar una novela en seis meses”.
“Cuatro consejos para escribir una novela histórica”. “Diez lecciones de X para
acabar una novela que atraiga”. Ja, ja, ja. Mejor sería que los escritores se
coaligaran para hacer una expedición a la caza de los lectores que todavía queden
sueltos por algún paraje. Aconsejo usar, sin contemplaciones, el arpón.
Nota final:
En
Shakespeare in love el barquero que lleva al dramaturgo le dice al final
de su trayecto: Maese Shakespeare, aunque no lo crea yo también soy escritor.
La gracia que me hizo esa escena. Sí, el carnicero, el cartero, el exterminador
de plagas, el que te arregla la lavadora, al cabo de un rato, te confiesan con
una sonrisa de confidencia: “No lo creerá, pero escribo”. Yo siempre les digo
lo mismo: “Pues lea, hombre, lea”.
—¿Cree, usted, que es
escribir es una pérdida de tiempo? –me preguntan indignados.
—En su caso, no lo dude.