Antes de ayer me intenté recortar la barba un poco. El resultado fue el
mismo que la vez anterior: me tuve que afeitar entera toda la barba. Aquello ya
no había forma de arreglarlo.
He llevado varios meses barba. Sin ella, me miro al espejo y tengo la sensación
de ver un pollo desplumado.
Y eso que no tengo claro si debo dejármela o no. La consulta a amigos y
conocidos es favorable a que me deje barba. Sí, parece ser que la voluntad
popular se inclina a ello.
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Acabé la Carta del papa Clemente a los Corintios y estoy leyendo un sermón
de comienzos del siglo II. Sigo firme en mi propósito de leer y meditar todos
los textos de la generación apostólica. Ya os contaré. También estoy tratando
de averiguar lo que puedo al tema de los apóstoles y las lenguas. El tema del
obstáculo de las lenguas en la primera generación de cristianos no debió ser
pequeño, como ya os dije ayer. Era un asunto que tenía claras consecuencias prácticas,
como la conveniencia de establecer dos grupos en la comunidad cristiana de
Roma. Ni Pablo ni Pedro podrían predicar en latín. Consta que la liturgia
romana primitiva fue en griego y el evangelio de Marco (en Roma) se escribió en
griego. Pero también consta que menos del 10% de los habitantes de la Urbe hablaban
griego.
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Después de tanto tiempo dándole vueltas y preguntando a expertos, que el arameo
de Pablo de Tarso (un arameo orontés) no le permitía entender la versión
dialectal que regía al sur del arameo samaritano. Pensar que el arameo
aqueménida de la época de Alejandro seguía siendo inteligible después de
doscientos años en un lugar como Jerusalén es pedir mucho a una lengua. No es
algo imposible, pero la tendencia a la fragmentación era mayor que ahora.
Una curiosidad, las lenguas romances tienen mayor tendencia a la
estabilidad. El idioma anglosajón tiene una notable tendencia al cambio y la
evolución.
Siempre había dado por supuesto que Pablo sabía arameo por su familia, sin
tener que aprenderlo cuando se trasladó a estudiar a la Jerusalén de Gamaliel. Pero
ahora ya no lo tengo tan claro. ¿Realmente una familia judía de Cilicia
mantenía la lengua de su tierra, cuando ya muchos judíos de Jerusalén tenían
como lengua nativa la koiné? Pues no lo sé, empiezo a dudar de algo que había
dado por supuesto hasta ahora. Curiosamente, los judíos de Persia sí que
mantuvieron el arameo. Pero es que cuanto más grande sea una comunidad, más
posibilidades hay de que mantenga su lengua.