Me gustaría quitar un poco de maniqueísmo en algún lector, a sabiendas
de que aquí la mayoría sois razonables. No como
otros blogs, sea dicho de paso, que solo tienen zoquetes entre sus lectores.
Normalmente, un palurdo suele tener muchas posibilidades de congregar en torno
a sí a un buen número de zopencos.
Pero vosotros no. Sois personas razonables, sensibles y con
grandes virtudes que cada día me sorprenden.
Pues bien, la mayoría de los
católicos-muy-católicos suelen pensar que si uno es un político liberal es poco
menos que un emisario del Hades.
Sin embargo, me acuerdo de las preciosas
palabras de Bill Clinton sobre la oración y su relación con Dios, cuando ya era
presidente. Fueron comentarios salidos de su corazón y os aseguro que fueron
impresionantes.
Es posible, solo posible, que Clinton
no fuera el inquilino más casto de la Casa Blanca. Pero, sin que nadie le
obligase, habló tan sinceramente de su fe y de su amor a Dios.
Bush, sin embargo, era un hombre
bueno, un renacido en la fe, un conservador, un hombre tradiciones cristianas. Pero
ahora resulta evidente que comenzó toda una guerra, una guerra entera, basado
en información de inteligencia falsa y que bajo su presidencia se torturó. Bien
es cierto que pienso que él no sabía nada. En el
caso de Bush, del bueno de Bush, creedme que eso no era tan difícil. Esa
guerra puso en marcha causas que a su vez provocaron otras causas (entre ellas
el Estado del Califato de Levante) cuyas consecuencias todavía sufrimos, aunque
mucha gente no sea consciente. En esencia, fue una guerra que no sirvió de nada
en el ámbito práctico. Salvo, en el campo teórico, para, supuestamente,
demostrar que Estados Unidos era capaz de ir a la guerra. La factura para demostrar
eso fue tremenda: humana y material.
El que un político esté a favor del
aborto no significa que sea un demonio, un villano, un miserable. Hay personas
completamente convencidas de que el aborto en las primeras semanas supone la
eliminación de una vida no humana. No estoy diciendo que da lo mismo a quién
votéis (esto es un disclaimer dedicado a los
más intelectualmente precarios de mis lectores, pobrecillos). No, hijos,
no da lo mismo.
Pero ni los políticos más conservadores
son ángeles bajados del cielo, ni los políticos más liberales son orcos subidos
de las profundidades abisales en forma humana y votable.
Por supuesto que, hoy día, en casi
todas las democracias, existe una gran lucha entre la corriente conservadora,
tracional, de raíces cristianas, por un lado; y la corriente liberal,
rupturista con los valores del Evangelio y hasta hostil a la Iglesia. Por
supuesto.
Pero no todos los alemanes de la
Vermacht eran hombres sedientos de sangre, ni todos los soldados de su Graciosa
Majestad eran almas llenas de sencilla bondad sacadas de La casa de pradera.
Post Data: Este post ha sido patrocinado por la
fundación de Soros, bajo el auspicio de Bill Gates y con la ayuda técnica de la
Gran Logia de Madrid. Juntos lograremos la vacuna final.