Sermones en vídeo

viernes, octubre 23, 2020

El gótico victoriano

 

Mañana seguiré con el tema de ayer. Pero quiero decir que me alegro mucho de que entre mis lectores no haya negacionistas respecto a la COVID. También me alegraría de que no haya crédulos de teorías conspiranoicas respecto a este virus. Por favor, no creáis al primero que diga cosas por Internet. Me da mucha pena cuando tanta gente inteligente y buena es tan crédula.

Reitero que mi mensaje es que tenemos que ser respetuosos, como diría santo Tomás de Aquino, con el príncipe de cada reino. En estos momentos de calamidad nacional, se debe dar un voto de confianza al gobierno de España, por poner un ejemplo concreto. Debemos respetar y obedecer. El que gobierna tiene información directa de expertos y su asesoramiento.

Con esto no digo que no sea lícito un intercambio de opiniones, incluso el desacuerdo en medidas concretas. Pero el intercambio debe ser constructivo. Ya es sumamente perjudicial vivir en campaña electoral durante cuatro años, pero peor en mitad de una tragedia como es esta epidemia.

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Podemos discutir civilizadamente sobre las medidas y la intensidad de las medidas, pero el COVID-19 no es una gripe, no es un virus estacional más. Se trata de algo con consecuencias muy graves.

Frente a los que infunden el temor sin fundamento a las vacunas, nuestra mayor esperanza es que estas lleguen cuanto antes. Lo único que lamento respecto a la vacuna es que todos los países no hayan dado libremente toda la información para que se consiguiera por un esfuerzo conjunto entre todos. Un esfuerzo del que nadie se beneficiara económicamente en exclusiva. No digo que no se retribuyera de algún modo. Se podría haber creado una comisión internacional de expertos independientes que retribuyeran según el gasto que cada país y cada empresa hubiera realizado. Si hubieran hecho inmensos gastos, hubiera bastado e. 0.001% del precio de la vacuna para resarcir de ese esfuerzo.

Pero qué triste pensar en términos económicos, en términos de orgullo nacional, con una calamidad como esta.

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Pensando en España, se observa que los representantes del Pueblo siguen enzarzados en sus peleas: pésimo espectáculo. No es que ellos reflejen una división de la población, sino que ellos son los que cultivan y fomentan esa división. Si eso, en circunstancias normales, ya sería triste. Ahora mucho más. Esto es la prueba: los representantes del Pueblo jamás van a colaborar, hay una total incapacidad para la colaboración. Todo se rige bajo la premisa del rédito político. Hay que replantearse no a quién votar, sino cómo reformar el entero sistema. Por supuesto que se trata de una discusión teórica, porque los beneficiarios del actual sistema (los partidos) jamás van a ceder.