Hoy se ha reunido nuestro
presidente Sánchez con el papa. De verdad que cuando veo esas escenas no trino.
No me paso todo el rato criticando interiormente. En las naciones, debería
haber un tiempo de campaña electoral y el resto del tiempo vivir tranquilos los
ciudadanos, y los partidos colaborar. Por lo menos, esto es la teoría de lo que
se llama “tiempo de campaña electoral”. Aunque ya sabemos que los partidos
siempre están en campaña, sin un solo día de descanso. Pero no debería ser así.
Por eso, cuando el
presidente de mi país visita al sumo pontífice, no hago ningún juicio. Solo me alegro de que lo visite y hablen un rato.
Lo que sí que me atrevo a
sugerir a quien competa es la necesidad de mejorar un poco, en el Estado Vaticano,
la estética de los recibimientos a los jefes de Estado.
Me consta que, dentro el Palacio
Apostólico, el jefe de Estado va precedido por la Guardia Suiza y se organiza
una procesión ceremonial que no deja de tener su belleza. Eso está conseguido y
no le pongo ningún pero.
Ahora bien, el
recibimiento donde aparca el coche siempre me ha parecido estéticamente
simplón. A las pruebas me remito:
https://www.youtube.com/watch?v=7dSkP_V7bnc
En un lugar donde, de
forma tan habitual, se reciben a jefes de Estado, conviene que se organice un
acto peculiar que esté dotado de valor estético. Eso no tiene ni que costar
dinero, ni caer en la pompa vana. La sobriedad es siempre positiva.
Pero una cosa es la noble
sobriedad y otra lo ramplón. Imperdonable el paraguas pequeñito, amarillo y
blanco, que usa para cubrir a la esposa presidente. ¿No saben que hay unos
paraguas especiales para este tipo de recibimientos? Por si no lo saben ellos,
no se usan los normales. Es como el que cubre la cámara de televisión que hay
delante de los periodistas.
En un lugar, como Roma,
donde llueve tanto, se podría proponer un lugar alternativo donde el coche del jefe
de Estado entrase en una galería. Y ya, en la primera galería, le podría
esperar la Guardia Suiza.
Después, también resulta
imperdonable que una escena que la van a ver millones de personas, no tenga
bien organizada la disposición de la cámara oficial para que no tape a las cámaras
del resto de periodistas.
Que llegue un presidente
y le espere un monseñor de esa manera es una escena que no tiene nada de bello.
Cualquier director de cine organizaría algo mucho mejor.