miércoles, diciembre 16, 2020

Hannibal 2001 Lecter: no solo la pornografía es inmoral

 

Hace unos días, mencioné la película Hannibal. Es una película que muestra maravillosamente a Florencia; eso sí, lo poco que la muestra. Pero lo que aparece la convierte en la película que he visto que mejor la refleja. Claro que la Florencia de ahora no es la de la película de 2001. Hoy día afirmar que es una ciudad tomada por los turistas sería poco. Habría que decir, más bien, que se trata de una ciudad que más bien parece una fila de supermercado. No una ciudad con filas, sino que la ciudad ya parece una única fila interminable.

Pero mejor que la ciudad, no exagero, son los interiores del palazzo donde vive Lecter. Esos interiores son una verdadera obra de arte cinematográfica.

La película tiene a Florencia como magnífico protagonista. La ciudad viste la película. Ahora bien, el análisis de la mente del asesino es soberbio. Es de esas pocas películas en que un tema tan manido no la hace caer en los lugares comunes. La película vale la pena por sumergirse en su psicología. Si unimos esa descripción psicológica y una bellísima ciudad, ya tenemos material para una película.

Después está el retrato de la ambición del inspector de policía. Muy buen retrato, aunque eclipsado por el gran protagonista. El segundo gran personaje de esta obra es Mason Berger, el multimillonario. Un personaje que hubiera merecido una película para él solo. Y, de nuevo, su entorno palaciego es tan fascinante como Florencia. Si Lécter tiene su polícia de secundario, Berger tiene su doctor. El actor ha trabajado magistralmente su papel de médico y de hombre de confianza. Le ha dado cuerpo, verosimilitud, a lo que era un mero papel en un guión.

Pero, desgraciadamente, la película es inmoral. El gore es un género tan inmoral como la pornografía. Yo siempre aparto la vista. En este sentido, me parece que es una de las películas más inmorales que se pueden ver. Yo la he visto porque, por mis libros, trato de profundizar en el tema del mal. Pero desaconsejo verla. Si uno la ve, tiene que apartar la vista de cada escena inaceptable. Y el final, a traición, sin que lo espere el espectador, es una de las escenas más abominables que he visto jamás. En el cine, en el año 2001, aparté mis piernas porque creí que iba a bajar mi cabeza y vomitar.

Por otra parte, una cosa es que una obra de arte muestre el mal y otra es deleitarse en el mal. Esta película lo muestra admirablemente, con una grandísima profundidad, pero se deleita. Sin duda es una película que hace daño a las almas. No se puede ver todo eso y pensar que eso no afecta.