Sermones en vídeo

miércoles, diciembre 02, 2020

Último capítulo de "Caminando en el desierto"

 

En el último episodio, habíamos dejado a nuestros protagonistas a punto de tomar una trascendental decisión. Dados nuestros protagonistas, no se tome la palabra trascendental en sentido teológico.

¿Gracias al agua, se quedará Viganó vagando solo, años y años, en su propio desierto eclesial?

¿El genio Leonardo acabará la historia con algún tipo de moraleja?

¿Según Hans Kung, estas historias, realmente, tenían alguna moraleja?

¿Demostrará Lefevbre que tenía bastante más dignidad que Viganó?

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Entonces, Leonardo dijo: Viganó, toma el agua y que sepas que la moraleja es que Lefevbre no era otro Viganó y tenía más dignidad.

Viganó: ¿Y todo este rollo para acabar con esta paparrucha de la moraleja?

Lefevbre: Es que no entiende, Leonardo, no entiende. Llevábamos vagando varios días y nada. No se da cuenta de que es otro Williamson.

Viganó: Ni Leonardo ni Lefevbre. Prefiero mi propio desierto. ¡El agua!

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Moraleja (o algo así)

Cuando comencé a escribir esta Serie del desierto, lo hice en broma. Pero me di cuenta de que Viganó ha sustituido la sinodalidad, el reunirse con los hermanos para discutir las cosas, para dialogar y argumentar en la caridad y la comunión, por su propio desierto eclesial.

En el fondo, ha sustituido la Iglesia por su propio desierto eclesial. Ha sustituido la sinodalidad por un ejército de ordeno y mando.

La otra moraleja es que Lefebvre era mucho más digno. Lefebvre no era un Williamson.

El pobre Hans, bueno, tantas cosas él y los suyos las toman como etéreas e indefinidas y son completamente férreas. Por ejemplo, el primado de Pedro, la tradición patrística, las leyes morales.

Leonardo Boff aparece solo como fruto del mucho sol en el desierto. Al fin y al cabo, solo Viganó les habla de esa lámpara.

La gran conclusión de esta historia es que dentro de la Iglesia puede haber disensiones, puntos de vista diversos; pero fuera está el desierto. La soledad del pensamiento único, de la propia postura, pero, a cambio, uno está solo: personalmente o con su propio grupo.