Respecto al post
de ayer, no sostengo que los que no piensan como yo son unos insensatos. En la
sociedad española del 2012, hay un exceso de agresividad, de tensión. La
ciudadanía tiene que ser acostumbrada a un sereno debate de ideas, a la escucha
del que no piensa como yo, en todos los temas, en todos los campos.
Lo mismo vale
para la Iglesia. Hay que cultivar la cultura del abrazo. Hay diálogos que no
son constructivos. Se ha extendido la idea de que hay que clamar con un Juan
el Bautista para cambiar las cosas. Y ahora todos son Juan el Bautista,
todos son Jeremías, todos son Jonás.
Cuando escucho
a algún energúmeno, pienso: “Sí, ojalá fueras Juan el Bautista”. Pero no, no llegas
a ser ni una buena oveja del rebaño de Cristo, y te crees profeta y te
consideras investido de las mayores prendas de la sabiduría episcopal.
No, hay que
ser humildes, hay que construir, hay que dar la mano y abrazar.