domingo, abril 04, 2021

Constantinopla

 

Por continuar con el tema de los dos pasados posts, el tema de la Bestia es algo que, en mi caso, me cambia el modo de “estar” en el mundo. No es lo mismo vivir en una época de “oasis espiritual”, donde todo va a mejor, también la economía; que vivir en una época de “etapa final” donde la la acumulación de lastres morales conduce a una tempestad. Esa tempestad conlleva también un terremoto económico.

Es curioso, la moralidad es lo mejor para la economía de una sociedad. La inmoralidad tiene su perjudicial repercusión en la economía o, al menos, en el reparto de la riqueza. Es una regla general, pero no conozco excepciones históricas.

Vivir en la etapa final del orden en el que crecí me lleva a ver todos los logros mundanos con más desafección. Nací, en un mundo dividido, bajo la Pax Americana. A partir de cierto momento, viví en un planeta unificado, globalizado. Un mundo en el que, por ahora, solo va creciendo un gran coloso que es una distopía perfecta para el siglo XXI. Una distopía expansiva que, no lo dudo, ejercerá, cada vez más, una presión mayor para que las democracias se vayan marchitando.

Así que todo lo veo con desasimiento, con paz. No exagero si digo que nada me turba. Como un bizantino que supiera que Constantinopla está perdida y que solo hay que sentarse a esperar.