Como siempre
estamos mencionando a Jerusalén en los salmos, resulta, sin duda, interesante tener
una visión realista acerca de cómo era esa ciudad en tiempos de David y
Salomón.
Al final de
los tiempos de Salomón, la ciudad habría crecido quizá, incluso, al doble que
en tiempos del rey anterior. Si alguien tiene algún link acerca de la población
de Jerusalén en tiempos de esos dos reyes, agradeceré que lo comparta en la
sección de comentarios.
Pero, consciente de las cosas que desconozco sobre cómo fue esa ciudad, voy a
analizar algunas cosas seguras, centrándome en la reconstrucción que aparece
arriba. Hay muchas pinturas que muestran la ciudad y todas ellas bastante parecidas. Esta es de los Testigos de
Jehová, que, en esta materia, suelen hacer buenas reconstrucciones, cuidándolas
mucho. Con ánimo constructivo hacia ellos, les haría notar las siguientes indicaciones
por mi parte.
El primer
aspecto es que la ciudad en tiempos de Salomón era pequeña, pero no tanto como
aparece en la pintura. Ya era una ciudad importante en tiempos filisteos. En
tiempos del Templo, el cual aparece en el dibujo, debía tener tres veces más
habitantes que la ciudad del dibujo y tres veces más extensión. Tres mil
habitantes sí que tenía que albergar por lo menos. Disculpad que no me detenga
a fundamentar esta afirmación.
No se ven riachuelos en los dos valles. Jamás hubiera crecido hasta ser una ciudad importante si un riachuelo lo suficientemente importante como para ser visible a esa distancia.
Las casas
desbordaban el perímetro que aparece de la muralla. Dos terceras partes, estaban
fuera del perímetro que nos propone el dibujante. Hay que contar con que
alrededor estaría lleno de huertos y no pocos corrales. Pero, sobre todo, como he dicho, pequeños cultivos de hortalizas, precisamente por estar cerca del arroyo Cedrón. Y campos de cereales en una segunda zona concéntrica.
La muralla que aparece aquí es propia de épocas posteriores. En ese momento, la muralla era mucho más modesta. Sin duda
no de bloques de piedra labrados. Sino una mezcla de cantos rodados, pedruscos,
ladrillos cocidos y adobe. En la parte del perímetro de fácil acceso, sería de
unos seis metros de altura. En los barrancos, incluso menos.
Al pintor se
le han pasado por alto el colocar plazas. Pero plazas de un modo articulado con
la población, del modo orgánico en el que se distribuyen casas y plazas en
todas las ciudades primitivas. Lo del dibujo con esas explanadas en un extremo,
no tiene sentido. Y menos al no aparecer urbanísticamente engarzadas al conjunto urbano. Este modo que las
representa el artista jamás lo he visto ni en reconstrucciones celtas o marroquíes ni
de Mesopotamia ni de ningún lado. Las plazas siempre están rodeadas de casas
porque las casas nacen alrededor de las plazas. La plaza siempre es previa al desarrollo
urbanístico en las ciudades de esta época.
Ahora vayamos
al Templo. El atrio era muchísimo más pequeño. El humo de la leña del altar de
ninguna manera producía una humareda como esa. Se vería como un hilo que se
elevaba. Y después está la torre del Templo, algo equivocadísimo. Tampoco los
volúmenes del Templo forman los escalonamientos de los que se habla en el texto
bíblico.
He comentado esta reconstrucción no por estar especialmente mal hecha, todo lo contrario. Hay muchas pinturas parecidas a esta y son de las más cuidadas. Pero me ha parecido útil hacer estos comentarios. Lo esencial es que Jerusalén debía ser tres veces más grande como mínimo.