lunes, junio 21, 2021

¿A quién le damos la llave para hacer las leyes?

 

Estaba pensando si escribir un post gracioso (que son los que más os gustan) o uno serio sobre un tema serio con los que os castigo de vez en cuando.

Al final, he decidido castigaros.

Creo que os merecéis que os explique lo de la sugerencia de que los legisladores fueran vitalicios. Alguno de los comentaristas escribía que los funcionarios son “vitalicio” y el sistema funciona bien porque se basa en el mérito.

Vamos a ver, veo todos los inconvenientes de que un cargo senatorial sea vitalicio. Ahora bien, el modo ideal, en abstracto, sería que el Parlamento propusiera leyes y que hubiera un cuerpo de senadores escogidos por consenso, por parte de los representantes del Pueblo. Y que ese cuerpo de personas prestigiosas tuviera como misión revisar las modificaciones legislativas para dar su dictamen arbitral acerca de si son o no adecuadas.

Es cierto que sería vitalicio el cargo, pero al escoger a individuos cargados de excelencia, a personas cuya vida al servicio del Derecho es su carta de presentación, lo normal es que todas sean escogidas por encima de los 55 años de edad.

Les quedarían unos 10-15 años de vida al servicio de la nación como colofón a su carrera en el mundo del Derecho.

En abstracto, creo que este es el mejor sistema.

Todos entendemos que el Tribunal Supremo en Estados Unidos está bien como está: cargos vitalicios. Todos estamos de acuerdo en que el parlamento requiere de cargos temporales: cuatro años está bien. ¿No sería mejor que la cámara que está en medio del parlamento y el Tribunal Supremo, al menos, debería ser (en cuanto a la duración y modo de elección) algo intermedio entre esos dos grupos? Me parece que sí.

En España tenemos el Consejo de Estado que es algo parecido a lo que digo. Siempre que el Consejo de Estado ha advertido al Poder Ejecutivo (sea del signo que sea) de que no aprobara una ley, el Consejo tenía razón y su informe estaba cargado de sapiencia. No solo de la ilustración del conocimiento, sino también del saber de la experiencia: la edad es un valor a la hora de hacer leyes. Quizá la juventud sea buena alguna vez (lo dudo) para gobernar. Pero para hacer leyes, lo mejor es la prudencia de la edad.

Bueno, ya me he explicado. Normalmente, detrás de mis propuestas más majaretas suele haber una sabiduría difícil de entender por el común de los mortales.