Ayer, por pura casualidad, sin yo buscarlo, puse la televisión y me entero de
que, en España, 14 000 personas han invertido en bitcoin. ¡14 000, solo en
España!
Por eso querría decir algo más sobre el tema ya que los periódicos por
razones completamente espurias han dejado de advertir a la población. Y es que
he visto noticias acerca del bitcoin, incluso en uno de los más prestigiosos
periódicos españoles que eran una vergüenza: el entero artículo no era otra
cosa que un anuncio pagado revestido de noticia.
Supongamos (y eso es imposible) que el bitcoin ofreciera las mismas
prestaciones que una verdadera moneda. ¿Preferiríamos que algo tan delicado
como una moneda fuera gestionada por un grupo de desconocidos que buscan su
beneficio personal a que fuera gestionada por los representantes del Pueblo,
para beneficio de la colectividad, como es ahora? ¿Es que alguien ve algún
beneficio en ello?
La divisa nacional, cualquiera, da inmensos beneficios al país, aunque sea
pequeño. El euro, por ejemplo, produce billones de euros de beneficio a la
Unión Europea. ¿Sería preferible que ese beneficio fuera a parar a bolsillos privados
en vez de a la comunidad?
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Alguien dirá: “Libertad, libertad, que use el bitcoin el que quiera”. No
hay ningún problema en ello mientras sean cuatro gatos los que usen esa pseudodivisa.
Pero el día que en que esa falsa moneda alcanzara gran volumen, cuando caiga (y
no hay duda de que acabará cayendo), arrastrará parte de los ahorros de
millones de personas y se produciría un efecto de bola de nieve cuyos efectos
destructivos se multiplicarán más allá de los incautos que invirtieron en ese
humo. El dominó que tendrá lugar afectará a negocios colaterales, a personas
que para nada quisieron verse involucrados en esa aventura de codicia sin
fundamento.
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Algunas empresas como Amazon o Google podrían algún día sacar alguna
“moneda”. ¿Qué única ventaja podrían incorporar frente a una moneda verdadera?
La única sería ofrecer descuentos si compras en su “moneda”, no hay otra
ventaja ni la puede haber.
Una megaempresa de ese tamaño impresionante sí que ofrecería una cierta estabilidad
a su “moneda”. Pero, de nuevo, la pregunta: ¿preferimos que los beneficios del
acto de crear moneda vayan a parar a bolsillos privados en vez de que reviertan
en el bien común?
Se mire por donde se mire, las nuevas “monedas” no ofrecen ninguna ventaja
frente a las verdaderas monedas de curso legal. Sinceramente, si hubiera una
sola ventaja, un solo beneficio, lo hubiera señalado aquí, por honestidad, pero
no lo hay.
Alguno dirá que ofrecen rentabilidad. Sí, cualquiera puede invertir en lo
que sea. ¡Pero no se puede invertir en aire! Cuando uno invierte en bolsa,
detrás de esas acciones hay supermercados o una empresa que fabrica
automóviles. Cuando uno invierte en bitcoins, lo que hay detrás de eso son solo
unos números en un ordenador. ¿Solo eso? Sí, solo eso, nada más que eso. Eso es
lo impresionante de lo que, desde el principio, ha sido una simple operación de
propaganda.
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Algunos ignorantes no tienen vergüenza al decir delante de una cámara, a
cara descubierta, que lo bueno del bitcoin es que está descentralizado, que es
algo favor de la libertad, que es de todos y que yo envío el dinero de aquí
para allá con total libertad, en el momento.
Probablemente, los que ofrecen esa última razón desconocen que se puede
enviar dinero, con monedas reales, a cualquier lado con total libertad desde
cualquier teléfono. Pero, eso sí, con control del Estado. Sí, queridos
amiguitos del bitcoin: ¡existen las transferencias bancarias desde el teléfono!
Los palurdos del planeta creen que bitcoin significa libertad. Menudos
memos.
Bueno, yo ya lo he dicho y lo que me parece trágico es que un presidente
haya metido a todo su país, a la fuerza, en ese negocio de aire. En mi vida, he
visto muchas acciones inmorales con el dinero. Pero esta me parece que marca un
nuevo hito. Ahora solo queda sentarse y esperar el duro aterrizaje estrellándose
contra la realidad.