Mi madre tiene menos edad que la reina de Inglaterra, pero os aseguro que
en mi casa manda más que la monarca en el Reino Unido. Cada vez que se afinca
en mi piso, siento mi soberanía nacional claramente mermada. La república personal
de mi casa entra en una especie de situación constitucional de facto que solo
lo puedo comparar al putinismo.
¿Quién manda en una casa? Sin duda el que ya de forma habitual coloca a su
lado el mando de la televisión. Mi madre no solo no deja el cetro sino que no
se levanta del trono (el sillón situado enfrente de la televisión) hasta que va
a lavarse los dientes para acostarse.
El putinismo no solo controla lo que como, sino que también impone un
régimen de escuchas telefónicas que nada tiene que envidiar al de Pekín; con
interrogatorios incluidos si la escucha se ha considerado insuficiente.