Estos días estoy
releyendo la maravillosa Una historia de la lectura de Alberto Manguel. Su
libro es un banquete para los ojos, qué delicia. Además, ese autor es una de
esas personas a las que más admiro por su carácter. Cómo desearía que viviera
en Madrid para ofrecerle mi amistad y pasear, charlar y conocerle.
..............................
He visto por segunda
vez Alien Covenant. Esta vez, como ya sabía que su guion era nulo, lo he
hecho por el placer visual de ver naves espaciales y similares. Como disfrute
para los ojos, ha cumplido su misión.
Hoy he mirado con
todo detalle la preciosa estatua en mármol blanco titulada La juventud de
Aristóteles de Charles Degeorge. Hace años que conocí esa estatua por una
lectura. ¡Qué estatua! El gesto del rostro adolescente (¿esta aburrido, está
concentrado?), la postura del cuerpo (tan natural, tan plácida), los detalles
del asiento griego, la vasija a sus pies, los rollos en un cilindro de cuero.
La estatuaria
siempre, desde mi juventud, ha ejercido hacia mí una gran atracción, al contrario
que la danza o la ópera. Aunque me entusiasme Moulin Rouge.
......................................
Hoy cenaré con un
agregado del Opus Dei y varios sacerdotes de la prelatura. Será en un
jardincito trasero de un adosado. Será, seguro, un final del día relajado,
picando canapés y sandwiches. Estos encuentros sociales me gustan mucho. Como jugar
al crocket, tomar el té o asistir a la presentación del libro de otro autor.