miércoles, septiembre 29, 2021

La cuarta rama de los poderes de la democracia

 

Ayer charlaba con un amigo oscense por teléfono, mientras el paseaba por el Pirineo y yo por un parque, tomando el sol; la vitamina D. En un momento dado, me comentó que me veía muy puesto en Derecho Constitucional. Le dije que sí, que desde hacía años había leído lo que había podido sobre el tema porque me preguntaba a mí mismo, una y otra vez, qué se podría hacer para mejorar la democracia.

Desde hace más de un mes, he llegado a la conclusión de que lo ideal sería que el parlamento por consenso escogiera a un presidente de gobierno que no fuera un político. La pertenencia a un grupo partidista con sus propios intereses distorsiona las decisiones que se han de tomar en la consecución del bien común.

Los representantes del Pueblo deberían consensuar una lista de individuos de inmenso prestigio capaces de regir la nación: un empresario filántropo, un gran intelectual de inmenso prestigio, un académico que sea un sabio. El debate a puerta cerrada debería ser valorar las cualidades de cada uno para llegar a un acuerdo. Pero a sabiendas de que todos los candidatos de la lista son dignos y adecuados para el cargo.

Ese presidente, a su vez, debería escoger unos ministros alejados de la política. Su elección debería estar basada en los méritos. Y ese consejo de ministros debería tener muy claro que, con prudencia y gradualidad, ha de buscar el bien de la nación, no la popularidad. Por supuesto que haciendo ciertas concesiones a la popularidad, pero con la vista bien puesta en el fin del buen gobierno.

Por supuesto que alguien nos repetirá que un ministro tiene que ser un poco un relaciones públicas, un personaje colocado de cara a la opinión pública y todo ese tipo de falacias que se pueden repetir para convencernos de que está bien escoger a individuos menos aptos y hasta ineptos para los puestos. Por supuesto que hay que buscar alguna excusa para justificar lo evidente: la poca aptitud.

Alguien objetará que un gobierno así sería un gobierno sin ideología. Bueno, con el cuento de la ideología llevan las naciones sufriendo a ineptos desde hace generaciones. Creo que ya va siendo hora de darle una oportunidad al mérito, al gobierno que busque la eficacia y no unos propósitos etéreos que son mera propaganda electoral.