sábado, enero 15, 2022

En el centro está la abuela del último emperador. Ella fue la última que tuvo poder sobre China.

 

Se me había olvidado que si tomo más de determinada cantidad de jamón por la noche, me da insomnio. Lo mismo me pasa con las aceitunas o el chocolate. Ayer a las 3:00 de la mañana, aburrido de dar vueltas en la cama, me levanté.

Sea dicho de paso es una cama inmensa, la de mis padres de Barbastro cuando se casaron. El problema es que cruje por todas partes cada vez que me muevo, pero no me importa porque me he acostumbrado.

El caso es que me levanté, me senté en mi sillón, en bata, cubierto por una manta, y vi el final de El último emperador. Qué dramón. Magnífica. La primera vez vi la película en el seminario. Un espectáculo para los ojos, una historia impresionante.

Como me quedaba poco por ver de esa película que ya había comenzado a ver varios días antes, vi Las reliquias de la muerte (2ª parte). Esta película de Harry Potter la vi con el vídeo a la máxima velocidad. Solo me interesaba detenerme en las escenas que mostraran una arquitectura interesante. El guion tiene un interés nulo, pero sigo pensando que la arquitectura neogótica del Castillo Hogwarts es una fantasía magnífica.

Curiosa contraposición, en la primera película, la historia es impresionante, quieres verla paladeando cada detalle. En la segunda película la historia no es otra cosa que una aburrida sucesión de lucecitas saliendo las varitas mágicas, conejos y más conejos saliendo de las chisteras.

Aún me quedó tiempo para ver con el vídeo a la máxima velocidad Mortal Engines. Ya desde el principio sabía que la historia iba a ser un aburrimiento, pero quería ver si había algún aspecto estético que valiera la pena: la realidad es que no.

A las 5:00 de la mañana me fui a la cama y me dormí al instante.

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La vida del último emperador de China. No, no es una vida como la de cualquier otro ser humano. Es una vida digna de ser contada.