Cosas del día. Tengo la cañería de
la cocina atascada. Menos mal que tenía una botella con un producto
desatascador. Ya he hecho dos veces el proceso de echar líquido abundante,
dejar actuar una hora y echar agua hirviendo. De momento el atasco sigue ganando
la batalla: atasco 2, dueño 0.
He descubierto que mi madre compró
una botella de salfumán. Si la cosa se pone mal, lo usaré con generosidad. No
me extraña haber encontrado salfumán en el amplio departamento inferior a la
pileta. Mi madre ha ido allí acumulando infinidad de botellas que después
apenas usa. Ese armario probablemente me deparará más sorpresas. Como aquella
vez que me olvidé unas patatas y las patatas trataron de escapar germinando
hacia arriba. Si la naturaleza les hubiera dotado de patas, probablemente
hubieran logrado su propósito.
Al hacer hoy revisión de ese armario, he visto
lo proclive que es mi madre a comprar más y más lejía. Algo que después yo no
uso nunca. Eso sí, las botellas se acumulan pacíficamente bajo la pileta, en la
oscuridad de ese armario, sin dar ninguna guerra ni ningún trabajo.
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Escribí las líneas precedentes hace
unas horas. Ahora he ganado la Batalla del Desagüe. Qué alegría cuando he visto
aparecer un remolino claro, vigoroso, en dirección contraria a las agujas del
reloj. Qué alegría ese glu, glu; ese borboteo en la cañería.
Ese atasco me derrotó varias veces, pero
yo solo tenía que ganar una sola vez.