sábado, marzo 12, 2022

Lavrov, neocomunismos, erizos

 

Hoy he leído en el periódico una frase que me ha llamado la atención, la marco en rojo:

Vive en un enorme apartamento en Kensington y le encanta salir de fiesta, su feed de Instagram parece un non-stop de vacaciones. Eso no es inaudito, pero hay un pequeño detalle... Polina es la hijastra del Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov.

Hay personas que se levantan a las 6:30 de la mañana todos los días, que trabajan diez y doce horas diarias, que no han tenido un viaje de vacaciones desde hace años, que con esfuerzo apenas pueden pagar el alquiler de su piso a pesar de tanto trabajo; que cuando van al supermercado ven comidas exóticas, suspiran, pero saben que no pueden permitírselas.

Mientras que para otros seres humanos (no hablo de Polina que no la conozco) su única preocupación es cómo llenar con diversión el día y cómo gastar 20 000 euros al mes, pues incluso gastando esa cantidad, mes tras mes, su fortuna sigue creciendo.

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Es cierto que hay una guerra y ahora eso es la prioridad, pero la sociedad entera debe ser reformada. La reforma no puede ser realizada desde el odio, tampoco puede consistir en destruir la maquinaria generadora de riqueza.

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Ayer cené con unos amigos. Por primera vez probé un erizo. Aclaro, un erizo de mar. Por favor, la imagen del padre Fortea devorando un erizo (de tierra) crudo me parece surrealista.

La primera sorpresa fue que el erizo por dentro estaba casi vacío. Ahora he mirado fotos de erizos por dentro y hay más carne. Mi erizo estaba prácticamente vacío. Tal vez había pasado mucho tiempo desde que lo recogieron en el mar. La segunda sorpresa fue que el sabor no era nada especial. Pero no tengo claro si lo que he probado tal vez era un producto congelado que ya no sabía a nada especial.

Lo que sí que veo es que hay granjas de pollo, pero no de erizos. Al final el pollo y la ternera son los reyes y no por casualidad.