Sermones en vídeo

martes, abril 19, 2022

El Anillo del Pescador y el Anillo Petrino

 

Por acabar el tema de ayer, si se hiciera lo que propuse habría que distinguir entre el Anillo del Pescador que sería el anillo propio de cada papa con su inscripción, y el Anillo Petrino que sería el que se le colocaría en el dedo en la ceremonia de inauguración del pontificado.

El Anillo Petrino pasaría de un papa a otro. Yo lo haría de la hechura que muestro en las fotos de hoy. Para que no hubiera problema con el tamaño, lo mejor sería hacer un anillo un poco más holgado y colocar en la parte interior del aro un adaptador de metal que ciñera el dedo.

Si se acordara crear un anillo que mostrase esa continuidad, para evitar que ese anillo sea visto como un objeto “frío”, el papa podría pedir a los cardenales que crearan una comisión con las diez personas vivas que consideren que son las más santas. Esa lista sería secreta, pero se les pediría a esos individuos y que lo llevaran colgado de su pecho durante un mes, pidiendo a Dios que “ayude al que llevará este anillo” y que bendijeran ese anillo sin son del clero. Creo en el poder de los sacramentales. Las reliquias expanden santidad y acción por que son parte del cuerpo de alguien que fue santo mientras vivió sobre la tierra. Luego un santo puede santificar con su contacto y oración un objeto, aunque todavía esté vivo.

Esas diez personas serían del clero, religiosos y laicos, de ambos sexos. Imaginemos un anillo que han llevado colgado de su pecho la Madre Teresa de Calcuta, el Padre Pío, el padre Emiliano Tardiff, monseñor José María García de la Higuera. También hay personas casadas santas, pero es más difícil que sean conocidas por su santidad en vida, fuera de su ambiente inmediato. Esa lista se formaría buscando la santidad, sin fijarse si hay muchos religiosos, o mucho clero, o muchos de un solo país. Aunque reconozco que quizá sea más sencillo, más pacífico, que el anillo pasara tres semanas en cada una de las 23 cartujas del mundo. Y que sean los mismos cartujos los que decidan cómo bendecir y santificar ese anillo.

Después de que el anillo hubiera pasado por las manos de estos diez, el papa podría usarlo en las misas de las siete principales solemnidades del año. De esta manera, el segundo que lo recibiese, ya tendría un anillo completamente santificado.

Conclusión: Este post puede parecer un exceso, pero creo en el poder para santificar que tienen los sacerdotes (por sus bendiciones) y todos los santos (por su oración y contacto físico). Creo en la eficacia de los sacramentales. Y que sería todo un símbolo un anillo que expresase la continuidad de los sucesores de Pedro.

Si el anillo se destruyese, se perdiese o fuera robado, se procedería de nuevo como la primera vez.

Post Data: Me inclino totalmente a favor de las cartujas. Hacer una lista de los diez más santos va a hacer que nos peleemos con violencia física.