Ayer se me ocurrió una cosa:
¿Por qué no hacer una capilla muy bonita donde colocar los sepulcros de los
tres primeros prelados del Opus Dei?
Y dándole vueltas al
tema, me dije: ¿Por qué no hacer una capilla preciosa donde dar sepultura a
todos los prelados? El siguiente paso fue pensar que si eso se hace en Madrid, donde
hay tantos miles de supernumerarios, lo más conveniente sería construir un
santuario.
Alguien puede acusarme de
proponer algo excesivo. Pero de los 93 000 miembros que tiene la prelatura en
el mundo, 41.000 viven en España.
Imaginaos una capilla
cuadrada, muy amplia, de no menos de quince metros de lado, con pilares y
cúpulas de crucería. En el centro el sepulcro de san Josemaría, con su estatua
yacente sobre él, como si estuviera dormido, esperando la resurrección.
Alrededor, formando un
cuadrado, una bancada para poderse sentar y meditar, hacer la lectura
espiritual. el resto de sepulcros de los prelados repartidos por la capilla. En
el eje central de la capilla, los siete primeros.
Por la capilla,
repartidos, sepulcros más sencillos, de distintos tipos de piedra. Pienso en algo
parecido a los sepulcros circulares (como piedras miliares) o rectangulares
(con su “tejadito”) como las de los romanos que vemos en tantos museos: monumentos
sobrios, sencillos, pequeños, de metro y medio de altura.
Esos sepulcros formarían
grupos: aquí los de los sacerdotes de la prelatura, aquí los de los sacerdotes
de la Santa Cruz, aquí los numerarios, allá los de los agregados, auxiliares y
supernumerarios.
Unidos como una familia en la vida, unidos como una familia en la muerte. Una capilla en la que habría un centenar de tumbas por su suelo y por sus paredes. Alrededor del perímetro, pegada a las paredes, habría una bancada donde poderse sentar y contemplar con calma la capilla y orar. El conjunto sería armónico y variado, aunque el centro estaría ocupado por los sepulcros de los siete prelados en el eje. Por todas partes, unos más pequeños, otros más grandes. Unos como cilindros pequeños de metro y medio, otros como sarcófagos. Allí habría científicos, médicos, agricultores, mecánicos, amas de casa, niños, ancianos.
Si se decide ampliar
el santuario con una segunda capilla, podría haber tumbas agrupadas por familias, o mausoleos para
familias. Trayendo a ellas los huesos o las cenizas. También algunos cuerpos en
féretros sellados. Las cenizas no requerirán permisos, según la legislación española,
pero los huesos y los cuerpos sí.
Sería una capilla para la
meditación y la lectura. No habría altar, por tanto. Algo más elevado del nivel
del suelo, habría una galería con columnas (como un claustro) que recorrería
todo el perímetro y que serviría para los que quisieran rezar, paseando, el
rosario, o el viacrucis en cuaresma. (Seguirá mañana).