Lo del proyecto de
constitución en Chile es para echarse a llorar. Estoy convencido de que el
pueblo chileno dirá “no” a la propuesta. Ahora bien, que la aprobación del proyecto
ronde el 35% o el 40% de la población es muy preocupante, extremadamente preocupante.
La nueva constitución ganaría
un premio honorífico en un concurso en busca de la peor carta magna de la historia.
Estoy seguro de que hasta los tártaros del II antes de Cristo debían disfrutar
de un marco jurídico más laudable que este. Lo que hemos visto creíamos que era
imposible hasta la Libertonia de Groucho Marx.
Sería para reír, si no
fuera porque el proyecto de liberticidio se presenta completamente en serio y
tanta gente lo apoye. No creo que salga adelante, pero Chile está a un par de
pasos del abismo. Que ese formidable e impresionante país pueda convertirse en
una Evomoraleslandia me estremece. El 35% de la población está dispuesto a
votar la voladura de las libertades del país. Me estremezco.
Yo no sabía nada de Boric
antes de leer SU constitución. Allí he descubierto su alma. Cierto que la
constitución es una colección tan extensa de insensateces que hasta de puro averiadas
tienen su gracia. Pero más allá de las inconsistencias, de las contradicciones
del texto, el problema es que desencadena al poder. Es una constitución que no
frenará al caudillo que logre la mayoría adecuada. El texto consagra la
capacidad para arrollar, para apisonar. ¿Qué vallas, qué muros, se han habilitado
para contener al poder cuándo este se desate?
El problema es que, si el
proyecto se rechaza, puede volver a presentar otro. Y si ya ahora tiene esa
tasa de aprobación, un buen análisis sociológico le hará reformar lo necesario
para ganar, cuando lo esencial es asegurar la división de poderes. Pobre Chile,
¡pobre Chile! Pero ¿es que resulta tan fácil acabar con la libertad? ¿Pero cómo
es que toda una sociedad no se da cuenta?
¿Cómo determinado rector
universitario puede hablar de los aspectos positivos de la nueva constitución?
¿Cómo es eso posible? ¡Pero si todo en ella es una trituradora de libertades de
principio a fin! El único artículo que se salva, el único que no está averiado
en esa maquinaria que echa humo por sus cuatro costados, es el artículo que
mantiene el himno nacional y la bandera.