viernes, noviembre 18, 2022

Celebración de cara al pueblo: la tradición pagana, judía y paleocristiana

 

Me ha sorprendido gratamente que la web ChurchPop se hiciera eco de mi post a favor de la celebración cara al pueblo. Es una web que conozco hace años y que hace bien a las almas.

Hoy voy a dar otro argumento a favor de la celebración de frente a los fieles. Ojo, no tengo ningún argumento en contra de la celebración de espaldas al pueblo. Yo celebro muy a gusto de ambas maneras.

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Pero cuando ayer hablaba de cómo celebraba el sacerdote en el Templo de Jerusalén, hay que añadir que todos los sacrificios al Libro del Éxodo el oferente se colocaba junto al montón de piedras (así era el altar) con todos los presentes en torno.

El montón de piedras no tenía un “delante” y un “detrás” más que el lugar donde se colocara Abrahán o Isaac o Jacob o Leví o Gersón (su hijo) o Libni (su nieto)… El humo ascendía a lo alto, donde lo olía el Señor. Todos estaban alrededor del sacrificio: hijos, esposas, nietos, siervos.

Cuando se menciona un punto espacial de referencia respecto al altar es siempre, siempre, el cielo; no el oriente o un “delante” que en pleno campo no existía.

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Cuando antes de ayer me planteé esta cuestión, me pregunté cuál era la praxis entre los romanos y griegos, y me puse a mirar relieves romanos. Sin ningún género de dudas, los romanos se colocaban en torno al altar, como muestran la mayoría de los relieves. ¿La razón? La misma que los judíos: los dioses olímpicos son celestes, vienen desde lo alto, aunque su alta morada esté llena de imprecisiones en cuanto a su localización.

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No olvidemos otro pequeño detalle. En los templos griegos y romanos, el altar estaba fuera del templo, en el pódium sobre el que se levantaba el templo. En el pueblo congregado ante las escaleras, existía una clara voluntad de ver el desarrollo de los ritos y el manejo de la ofrenda sobre el altar. Ellos creían en la efectividad de ese ceremonial, era lógico que desearan verlo y no que el sacerdote hiciera de pantalla respecto al rito. Además, insisto, la deidad no estaba delante, sino presente a cierta altura, que es lo que dicen los textos.

Esa es la razón de que el altar nunca estuviera dentro del templo: el dios era celeste. Cuando un griego oraba ante la estatua del dios en el templo, ese dios podía venir de lo alto. Por supuesto que a nivel popular cuando alguien suplicaba y tocaba la estatua aquello era como tocar al dios representado, pero el rito dejaba claro que el altar debía estar fuera porque permaneció presente la raíz primigenia del carácter celeste de esa religión.

En las deidades tectónicas, había varias en la religión romana, la deidad estaba debajo de la tierra, pero no "delante"; no era posible orar en la misma dirección. Respecto a este acto de invocar a entidasdes subterráneas también hay muchas referencias en los textos que no voy a aducir ahora. Pero hasta el que menos conozca los textos clásicos, habrá leído el pasaje de Odiseo y la zanja, la libación y los muertos que va después del encuentro con Circe.

Lo que no existía en la religión greco-itálica era la idea de celebrar los ritos de espaldas al pueblo para orar todos en la misma dirección.

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Tampoco existía esa idea en las casas particulares donde se celebraba la fracción del pan. Tampoco existía en las familias judías cuando se oraba en torno a la mesa durante la cena de Pascua. La idea de orar todos en la misma dirección era totalmente ajena a la mentalidad judía, paleo-cristiana, y al paganismo griego y romano.

La cosa cambia en los templos medievales cuando el templo cuenta con un ábside y una imagen de Cristo rotunda en el centro de ese espacio. ¿Me parece mal eso? Por supuesto que no. Me parece que esa práctica está dotada de un simbolismo bellísimo. Ahora bien, denigrar la celebración de cara al pueblo como una protestantización de la misa me parece propio de personas sin un amplio conocimiento de la liturgia cristiana de los primeros siglos. Y eso que me parece muy bien que aduzcan razones a favor de la celebración de espaldas al pueblo, pero sin atacar el otro modo.