Sermones en vídeo

miércoles, diciembre 28, 2022

Un reencuentro

 

Este es el sacerdote que me encaminó hacia Pamplona cuando yo tenía dieciséis años. Es un sacerdote de la prelatura del Opus Dei. Casualmente, me lo encontré en El Pilar. Han pasado cuarenta años desde que nos vimos por última vez, aunque sí que hice por hablar por teléfono hace algo más de un año y logré saludarle.

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Ayer por la noche leí a una persona que se autocalifica como periodista de información religiosa, al que no conozco personalmente. Me sorprendió ver el nivel de odio que puede caber en un alma. Hablaba de distintos eclesiásticos, en teoría para hacer bien a la Iglesia. Interiormente, para justificar las cosas que escribe, se excusa con que es necesario purificar a la Iglesia. Pero es un hombre lleno de odio, movido por el odio. He rezado por él, deseando que la luz de Dios penetre en su alma.

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Estuve viendo, ayer, parte de un programa acerca José María Ruíz-Mateos. Llegué a una conclusión: cuánto bien podría haber hecho esa persona con tanto poder económico. Bien a la caridad, a la Iglesia, también en otras facetas. Llegó a ser el hombre más rico de España con una ramificación de empresas impresionante.

Pero su alma se torció. Si algo me ha quedado claro tras ver su vida, es que su vida espiritual abandonó la rectitud. Su imperio empresarial fue fulminado por el gobierno de esa época. Con independencia de que la expropiación se hiciera bien o no, lo cierto es que la raíz profunda de todo lo que sucedió fue espiritual. La oración, la reflexión delante del Señor, debería haberle hecho llegar a esa conclusión, como debió haber tenido que entenderlo el último rey de Judá cuando se produjo el exilio.

Que conste que no tengo la menor animadversión hacia esa persona. Pero la raíz de todo fue espiritual. Dios podía haber tenido otros planes para él y para su imperio económico, pero en un momento dado dejó de tener la protección de Dios y lo perdió todo.

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Ahora que estoy en mi casa y como solo, me siento extraño. Es que ya me había acostumbrado a comer con las recriminaciones de mi madre.