La foto de ayer es una
predicación para todos aquellos que hablan del castigo de Dios con ligereza;
algunos, con crueldad. Sí, en mi vida, he escuchado a creyentes rígidamente celosos
hablar de tal manera de la justicia de Dios que no había ninguna duda de que se
relamían de gusto ante el castigo del impío. Por supuesto que el castigo
siempre era para los otros.
La foto de ayer es de una
profundidad teológica impresionante. Porque sin negar la Palabra de Dios, sin
negar las consecuencias ineluctables de la teología, debemos ser tan
misericordiosos y compasivos como podamos, e incluso más allá de lo que podamos.
¿Cuáles eran los sentimientos
de Dios ante una foto como la de ayer? Algunos cristianos que se creen muy
perfectos son la viva imagen del hijo mayor del padre del Hijo Pródigo. Quieren
ser más justos que Dios mismo. “¿Por qué tardas tanto en descargar tu castigo?”,
se preguntan tanto en el ámbito social como en el personal.
¿Qué sentía el Padre
celestial ante una escena como la de ayer? Ahí está la respuesta. El Ser infinito
siente amor, solo siente amor, nada más que amor.
Cierto que la pura lógica
de la teología conlleva consecuencias inevitables al ver el mal que ocurre en
el mundo. Desde el momento en que el Señor tiene un poder ilimitado, no se le
puede eximir a Él de lo que pasa en el mundo. En lo bueno y en lo malo, en todo
lo malo, su poder sigue siendo absoluto.
Pero esa rotundidad de su
capacidad de intervención hay que entenderla con los sentimientos del padre que
llora abrazado a su hijo muerto.