Después del almuerzo,
para descansar un poco, he visto los trailers de las películas que se estrenan
en los próximos meses. ¿Por qué tantas películas de superhéroes? Incluso con muchas
de las que no son de esta temática, con ver el tráiler es más que suficiente.
Qué diferencia con Un hombre para la eternidad, en la que cada minuto
cuenta. En esa película, cada minuto tiene algo que contar; no hay paja, no hay
relleno.
Y he acabado en una
página con críticas hacia esa película. No me lo podía creer: ¿Por qué a tanta gente
no le gusta esa película? De verdad, no lo entiendo.
Hoy he leído, por ejemplo,
esta crítica:
For me the only thing
wrong with the film, in fact, is the secret ingredient that it is inoffensively
and sweetly boring.
Es una película de una belleza
inimitable, una obra que alcanza la perfección suprema. El cine
como arte en su más sublime expresión.
Curiosamente, no la
encontraréis en ninguna lista de las cien mejores películas de la historia, y
he leído muchas de esas listas.
Muchas de las críticas elogiosas se centran en hablar del dilema, de la lucha, del heroísmo y temas similares. Pero no dicen ni una palabra acerca de lo único de esta obra: es poesía pura. La cinta posee tantas sutilezas que entiendo que muchos de los espectadores no las capten.
A mí mismo se me había pasado por alto, hasta que me lo hizo notar un experto, el juego entre el silencio y los monstruos de piedra del principio (y del final de la película) en contraposición con la música y la naturaleza. La naturaleza armoniosa, buena; y los monstruos malos.