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sábado, julio 01, 2023

Siguiendo con el hilo de discusión

 

Iba a hacer un post ligero hoy, pero increíblemente ayer los comentarios todos fueron en torno al tema que proponía a debate. He leído todo lo que habéis dicho y no me resisto a escribir algo más y escucharos.

Mac escribía:

Y la tendencia es ir a peor. Es lo que tiene el "prohibido prohibir.

Creo que estaremos de acuerdo que en una sociedad hay que prohibir lo menos posible. Pero si eso es así para todos los campos, mucho más delicado para la libertad es cuando prohibimos partidos políticos y formas de pensar.

Lo que proponía era nunca se prohibiera nada en cuanto a ideología y que sea la necesidad de mayorías cualificadas durante muchos años (nunca menos de quince) la que haga la labor de barrera frente a la voluntad del pueblo. La verdad es que si en una sociedad un partido es hegemónico durante muchos años, logrando siempre más del 70% de los escaños del parlamento, veo casi imposible que esa fuerza política se resigne a esperar unos quince años a que se mueran de viejos los senadores y los jueces. Resulta claro que mucho antes tratará de saltarse las normas comunes de obligado cumplimiento que conforman la constitución.

Por eso, el EPI (ya expliqué qué era) debe ser una especie de cuarto poder. Las EPI incluyen las fuerzas de antidisturbios, también cuerpos muy especializados de investigación, etc. Soy muy consciente de que los estados mayores han sido fuente de dictaduras a lo largo del siglo XX. Pero tampoco pienso que la solución sea poner ese “cuarto poder” en manos del poder ejecutivo sin restricciones efectivas.

Es cierto que todos los ejércitos de las democracias anteponen la carta magna a la obediencia al presidente de la nación; pero si el presidente hace los nombramientos de la cúpula militar con total libertad, el resultado es predecible y lo hemos visto ya en varios países.

Dicho de otro modo, comparad el peligro de un golpe de Estado por parte de unos generales contra todas las instituciones constitucionales, frente a un golpe de Estado del presidente con el Estado Mayor. Este segundo es más peligroso y hoy día más frecuente.

Este segundo tipo de golpe de Estado, el que podríamos llamar “golpe institucional” si se consuma, significa que tiene de su lado a la mayoría del congreso y del pueblo: por eso es tan peligroso. De ahí que la constitución deba protegerse, sobre todo, contra esa conjunción. Y el modo es dotando a la EPI de una cierta autonomía en caso de que, de forma colegial, concuerden en afirmar que alguna orden no es adecuada a la constitución. Por ejemplo, cuando el presidente ordena a los servicios de inteligencia que investiguen a un partido de la oposición.