Un capellán castrense ha
tenido el detalle de enseñarnos a nueve curas del arciprestazgo la base aérea
de Torrejón de Ardoz. Hemos pasado una mañana entretenidísima, me he montado en
un caza (parado en un hangar), hemos entrado en un simulador de un hidroavión,
hemos subido después al hidroavión de verdad. Y hemos comido juntos en el
comedor de la base.
Algunos se han quedado a
bañarse (yo ya me he tenido que marchar) y hasta han jugado a los bolos.
Me gustaría poneros fotos
del feliz grupo, pero algunos han manifestado su reparo a aparecer en el blog,
así que pondré fotos mías solamente.
Desde aquí le quiero
agradecer al padre Ángel no solo las muchas horas que nos ha dedicado, sino
también el que nos haya invitado a comer y a más cosas. Lo cierto es que ha
tenido muchos detalles con nosotros.
En la foto estoy en la parte de atrás del reactor de un F-18.