La pintura tiene su razón
de ser en este post. Representa a Jacob bendiciendo a todos sus hijos.
Preámbulo
Con el tema el
independentismo, ha habido palos en las calles (con los antidisturbios),
familias enfrentadas, personas sentadas en un tribunal, otros en la cárcel…
Yo no me hubiera metido
en el asunto del independentismo si todo esto fuera un asunto opinable. Puedo hablar
de las películas que he visto (hoy he acabado de ver Life), de libros y de lo que he hecho hoy, pero lejos de mí hablar
de política. Fuera de mí, aborrezco la idea, de un sacerdote que se me mete en
un campo que hay que dejar a los laicos, porque, lo repito: el sacerdote tiene que
ser padre de todos, de todos.
Ahora bien, había que dar
una respuesta a la cuestión moral, al interrogante real de tipo moral: ¿es
lícita la secesión?
La respuesta la di hace
tiempo: existe el derecho a la autodeterminación de un pueblo libre conquistado,
ocupado y oprimido; no existe el derecho de secesión de algo que forma una
unidad soberana en plano de igualdad.
Si alguna constitución
incluye tal apartado no tiene más trascendencia que escribir sobre el papel un
derecho inexistente. El hecho de que aparezca en una carta magna no le otorga
el rango de derecho objetivo, se queda en una mera disposición legal, no en un
derecho basado en el ser de las cosas.
Tampoco las constituciones suelen incluir
el derecho del Estado a autodisolverse, a fusionarse con el Estado vecino o a repartir
todos los bienes entre los ciudadanos para que abandonen todo el territorio del
Estado convirtiéndolo en un gran parque “nacional” despoblado donde la Madre Naturaleza
reine como en los tiempos jurásicos.
El verdadero post de hoy
Después de este largo
preámbulo, considero que los teólogos van a tener que plantearse realizar una
seria reflexión acerca de una cuestión que tanto daño general y perjuicios
concretos va a provocar en la vieja Europa. Los obispos, al final, podrán
decantar sin prisa, en su magisterio colectivo, los resultados de esa reflexión.
La Iglesia sí que decidió
intervenir con su palabra en el caso del liberalismo, del marxismo y del
fascismo. No se limitó a decir que eran cuestiones opinables, porque percibió
los daños que provenían de los programas de esos partidos.
Del mismo modo, ahora considero
que la Iglesia debe hacer un esfuerzo por dar una enseñanza acerca de la
cuestión de la licitud del derecho de secesión. La balcanización de Europa es
un peligro real.
Y si esto sucediera en
todo este continente, podría seguirse esa estela en Latinoamérica y otros
lugares. Cuarenta o cincuenta territorios repartidos por el mundo, presionando
por la vía de facto para la secesión,
no lo dudemos de que puede tener repercusiones muy graves. Lo menos grave sería
la cárcel de los líderes y las heridas provocadas al reprimir las
manifestaciones.
Conclusión
Si observamos el
magisterio de los obispos españoles en los último diez años, sí que observo un
cambio positivo: ya no es tabú afirmar claramente que la unidad nacional es un
bien objetivo. Hubiera sido impensable en los años 70 que los obispos dijeran
bien claramente que el independentismo no es una opción indiferente, moralmente
hablando.
Un gran error es pensar
que el nacionalismo es un problema muy localizado en unas pocas naciones. Error,
es una tendencia política que puede extenderse a cualquier nación por
armoniosamente que viva ahora. Ni siquiera Estados Unidos está libre de
comenzar un proceso de disolución de los vínculos que le unen.
El amor a la patria pequeña, a la región, es algo bueno. El amor que se exalta, que divide, que confronta es algo malo. Hay que decirlo con toda claridad.