Sermones en vídeo

sábado, mayo 25, 2019

Los Premios Príncesa de Asturias (3ª parte): sugerencias



Al final, mi post sobre los Premios Príncipe de Asturias han resultado una disertación sobre cómo se usa el dinero por parte del Poder.

Que conste que no me hubiera opuesto a la creación sensata de unos premios. Respecto al Premio Cervantes no tengo ninguna crítica. No soy de los que piensan que todo el dinero solo puede ir a los pobres. Pero la erradicación pobreza debe ser nuestra prioridad absoluta.

Los Premios Cervantes deberían reformarse a sí mismos, de forma pacífica e inteligente. Todos aplaudirían la humildad de preguntarse: ¿para qué estos premios? 

La gente válida en el patronato debería preguntar a sus compañeros qué sentido tiene premiar a los famosos. ¿Qué sentido tiene que España premie a los que ya tienen todos los premios y toda la fama?

Que la mayoría de los premiados tiene méritos no lo duda nadie. Pero que sean los que más méritos tienen, lo duda todo el mundo. ¿Realmente Norman Foster es el más innovador arquitecto de nuestros días? ¿O había otros más desconocidos que eran mejores, pero menos famosos? La respuesta es ultraevidente para cualquiera que siga el mundo de la arquitectura.

Y pongo este ejemplo porque es un ejemplo no polémico. El patinazo de premiar a la autora de Harry Potter fue épico. Pero eso no fue un patinazo. Fue un síntoma innegable de la carcoma que mordisquea a esos premios desde su mismo interior.

Por supuesto que no deben escudarse en que no se presentaron más candidaturas. Pues si no las presentan, búsquenlas. Si no vamos a entrar en un círculo vicioso del que vamos a salir nunca. Ya estamos en ese círculo vicioso.

Pero, puesto que los Princesa de Asturias no son los Nobel, ni ninguno de los premios notables del mundo, es un premio provincial, reconozcámoslo, ¿no sería mejor ganar el prestigio escogiendo lo mejor de lo mejor sin atender a ningún otro criterio que el mérito y solo el mérito, olvidándose de la fama y las candidaturas?

Lograr algo de prestigio va a ser difícil, porque ya parten de una situación desfavorable: muchas categorías y muy genéricas. Pero se puede lograr.

Eso sí, quiten la categoría de deportes. Eso allí no pinta nada. No sé a quién se le ocurrieron tantos premios sobre materias tan difusas. Yo sugeriría, ya puestos, que añadieran cuarenta categorías más, entre otras:

-Premio Príncipe de Asturias al amor a la vida
-Premio Príncipe de Asturias a la economía y la defensa de la mujer
-Premio Príncipe de Asturias a la Historia de la Concordia (aquí cabe todo)
-Premio Príncipe de Asturias a la tolerancia humanista

Por supuesto que dejo aparte el uso político de estos premios. Porque, como premios, han incurrido en todos los errores posibles e imaginables. Le dieron el premio de arte a Almodóvar. Pregunten a todos los críticos si él es el mejor director, el más renovador, el más artístico. La respuesta, está claro, es un no rotundo. No hace falta continuar con la lista.

Todos esos millones de euros que hay en la fundación no están allí porque un millonario un buen día decidió hacer eso con su dinero. Ese dinero se consiguió en una época en que los bancos se estaban haciendo de oro. Tanto dinero sacaban cada año, que decidieron dar unas migajas para poder decir que hacían algo por la sociedad de la que extraían el dinero. Y no exagero al decir que lo extraían. Pero ese sería otro post.

Con lo cual que no me digan que ese dinero era privado. Era privado en una situación de connivencia egoísta del capital con el Poder. Por eso, era dinero “privado” solo más o menos. Era un dinero tan privado que bastaron unas cuantas llamadas del rey para conseguirlo

¿Cuántos pisos se pueden construir con 31 millones de euros? Me dediqué a hacer cuentas. Pero, al ver cuánto cuesta realmente construir una casa, hay que tener en cuenta que buena parte del precio son impuestos y tasas. Sin esas tasas y en suelo público serían millares de casas. En España, el año pasado hubo 33.059 desahucios. Ese sí que es un buen campo para aplicar las mejores mentes del país, con premios millonarios o sin ellos.

O sea, con 33.059 desahucios en un país, en un solo año, dedicar 31 millones de euros a una fundación que da unos premios de pena me parece un escándalo. Cuando Podemos critica estas estructuras sociales tiene toda la razón del mundo. No concuerdo en sus soluciones: la solución no es un neocomunismo. Pero tiene razón en la denuncia.

Pero no os preocupéis. Otro año más, los culpables se harán la foto, tendrán una buena cena, se retirarán a sus habitaciones de lujo a dormir, y se levantarán dispuestos a seguir “gobernando”.

Ojo, no estoy diciendo que repartan el dinero de la fundación en una cola de indigentes en la Puerta del Sol. Eso no serviría para nada. Lo que hay que hacer es poner buenos gobernantes que hagan planes a largo plazo, hombres humildes que se dejen aconsejar por los más sensatos. 

viernes, mayo 24, 2019

Gastar dinero en premios (2ª parte)



Esta foto es muy bonita. Pero, detrás de la foto, hay 32 millones de euros. En nuestras democracias, las personas que tienen el Poder y que deberían tener interés por resolver los problemas de la población son sujetos que jamás tendrán que esperar en una sala a que les atienda un médico del hospital, jamás tendrán que tomar metro y después el cercanías para ir a un destino, jamás tendrán que preocuparse en economizar para llegar a fin de mes... Las personas que tienen la capacidad para resolver las deficiencias de la sociedad no les afectan ninguno de esos problemas. Viven entre nosotros, pero en su propia burbuja. O, mejor dicho, no viven en nuestros barrios, no usan nuestros medios de transporte, etc., etc.

Si hay algo que me duele profundamente, lo digo con toda sinceridad, es la pobreza extrema de los totalmente excluidos de todo, o el hombre de cincuenta años que ya no tiene trabajo ni va a encontrar trabajo; o la familia que va a ser desahuciada, que se va a la calle, literalmente.

El rey Juan Carlos podía conseguir varias decenas de millones de euros con solo hacer unas cuantas llamadas y unas cuantas reuniones. ¿Y recogió ese dinero para reunir a sabios que propusieran planes para ayudar a los más necesitados? ¡Por supuesto que no! Recogió ese dinero para hacer un premio que entregaría más dinero a los que ya eran ricos. (Aquí conviene leer el comentario de ayer de Shurinam. Pero hay cosas que deben decirlas mejor los laicos y no el clero. En todo este asunto, estoy siendo muy blando, porque hay MUCHA tela que cortar.)

¿No es esto algo inmoral? Siempre nos acusan a los curas (sobre todo en las películas financiadas por los socialistas) que no hacemos otra cosa que hablar del Sexto Mandamiento. Pues bien, hablemos de otra cosa. Hablemos, por ejemplo, de los Premios Príncipe de Asturias. ¿No fue su fundación un acto indecente? Tienes un dinero y pudiéndolo usar para lo que quieras, lo usas para aclamar a los famosos del mundo; para que vengan a tu casa y puedas hacerte la foto estrechándoles la mano. La culpa, evidentemente, no es de Felipe VI, sino de su padre.

¿No es este asunto concreto un mero exponente de una tónica general? (Aquí he borrado varios ejemplos concretos más. En la primera redacción, eran varios párrafos.) Señores políticos, el dinero es una cosa muy seria. Hay gente que necesita, y lo necesita de verdad, el dinero, porque por salud o edad ya no puede conseguirlo por sí misma. Soluciones haylas, pero si el gobernante está más preocupado en galas de premios, en irse de viaje aquí y allá y cosas similares, no hay nada que hacer. El pobre seguirá siendo pobre, y el rico seguirá viviendo en su propia burbuja.

Lo que hay que hacer es declarar la guerra a la pobreza y buscar a la gente que sabe (que no son los políticos) para que planeen una campaña militar en condiciones, a largo plazo. Pero primero hay que ponerse de acuerdo en un plan que vaya a las causas. No seguir poniendo parches y más parches.

jueves, mayo 23, 2019

Los premios Príncipe de Asturias (1º parte): algunas explicaciones previas que van a desembocar en unas conclusiones morales


Hay un tema sobre el que he evitado hablar desde hace años y es el de los premios de la Fundación Princesa de Asturias. Y si voy a hablar de este tema es porque tiene unas conclusiones que entran en el campo de la moral, no de la política. Pero eso se verá al final, en la conclusión final en otro post.

Nota: Quiero hacer constar que he reescrito este post. Porque la primera redacción (que publiqué en este blog hace cuatro horas) era demasiado dura.

Antes de nada, quiero decir que no critico a su presidente, Luís Fernández-Vega, ni a algunos de sus consejeros. No critico a su presidente, porque, por muy capaz que sea, cuando le nombraron, bien sabía que solo podía hacer lo que pudiera y nada más. Tiene las manos bastante atadas.

Tampoco critico a algunos de los vocales de su consejo de administración. Esos mismos vocales son los primeros en saber quiénes están sentados alrededor de esa mesa por méritos y quiénes están allí “por otras razones”.

Los premios nacieron de una improvisación de nuestro anterior monarca en una época completamente loca que fueron los años 80. En esa década, cualquier cosa fue posible. El rey quería unos premios prestigiosos, al estilo de los Nobel. A partir de allí, todo se fue organizando a través de ocurrencias sobre la marcha.

Una llamada del rey y los bancos pusieron una pila de dinero. Tal alta fue esa pila que, a día de hoy, el patrimonio neto de la fundación es de 32 millones de euros.

¿Cuál fue el primer problema de esta idea de crear unos premios? Pues fue hacerlo sin tener idea de cómo funcionan las cosas en este mundo de los premios. Lo primero de todo, habría que haber estudiado la situación para ver qué premios faltaban en el Mundo o en Europa, y tratar de llenar ese espacio vacío.

Lo que no tenía NINGÚN sentido era crear una copia de otros premios ya existentes y muy bien gestionados. Es decir, para qué gastar el dinero en volver a hacer lo que otros ya llevaban haciendo desde hacía mucho tiempo y lo hacían muy bien.

Tenía sentido crear un premio internacional de literatura en lengua española. Eso no existía antes del Premio Cervantes. Y eso fue el Premio Cervantes. Ese premio llenaba un nicho vacío. Su éxito fue inmediato e indiscutido.


Pero no tiene sentido que, por ejemplo, ahora, en el año 2019, se gaste una gran cantidad de dinero en crear un gran premio internacional de matemáticas cuando ya existe el premio Abel en esa rama; o en crear uno de química, cuando ya existe el Nóbel.

Cuál fue el resultado de repetir lo que ya existía (y de repetirlo peor): que los premios Príncipe de Asturias no los conoce nadie en el extranjero. Están pagados y bien pagados, pero no tienen el menor prestigio fuera del Telediario. Como buena parte de los premiados son extranjeros, el dinero de los premios se va al extranjero. Pero, después de una generación entera funcionando los Príncipe de Asturias, siguen sin tener prestigio. Nota explicativa: Cuando digo “el dinero se va al extranjero”, en realidad, bien podría decir “nuestro dinero se va al extranjero”, aunque sea una fundación. Pero ese es un tema que explicaré en otro post.

A eso hay que añadir las decisiones en cuanto a quién dar los premios. Vamos, simplemente, a decir que han sido “desafortunadas”.


Mañana escribiré el segundo post de quizá tres sobre este tema. Pero ya ahora animo a los miembros válidos del patronato de esa fundación (que los hay) a que den un manotazo en el timón y les digan a sus compañeros en la mesa del consejo de administración (aquellos que no son tan válidos) que las cosas no pueden seguir así; que más de treinta millones de euros no pueden seguir sirviendo para pagar cinco minutos de aparición en el Telediario.

Nota: Un comentarista, Shurinam, ha escrito un comentario sobre este tema que vale la pena leerlo. En mi opinión, va al meollo del asunto. Pero hay cosas que deben decirlas los laicos y no yo. Por eso he rebajado el tono de mi post.

viernes, mayo 10, 2019

Hay que amar a todos, no solo a los "nuestros"



Hoy he ido a visitar al imán de la mezquita de Alcalá. Era algo que quería hacer desde hacía varios días. Hace años ya había ido a visitar al pope ortodoxo (rumano) de esta ciudad y había saludado a varios pastores evangélicos, con ellos he mantenido el contacto estos años. Me parecía lógico hacer otro tanto con el que dirige los rezos de la fe musulmana. Me pareció un gesto de buena vecindad.

Y, aunque fui sin avisar, me recibieron todos los fieles con la mejor de las hospitalidades. Ellos habían acabado de cenar y estaban de sobremesa, jóvenes y mayores; unos con túnicas, otros vestidos con camisa y pantalones. Yo ya había cenado también, así que no acepté su amable invitación a comer. Pero tomé un poquito de dulce y bebí con ellos un vaso de hierbabuena, muy rica, por cierto.

Estuvimos charlando un rato mientras llegaba el imán. Fue un rato muy agradable. Después llegó el clérigo musulmán. Tuve que hablar con él con intérprete, pero su recibimiento también fue amable y hospitalario. Tras un rato me despedí de ellos.

No debemos olvidar que los musulmanes creen en Dios, en el único Dios verdadero. El que en la diversidad de religiones solo vea un mal se equivoca. Los musulmanes son hijos de Dios que adoran a Dios y que buscan llevar una vida honesta y recta. 

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Sea dicho de paso, hace años visité a un cura de Madrid que fue compañero mío de seminario. No sabía que estaba en esa parroquia. Me alegré y le saludé efusivamente. Él estaba sentado, no se levantó, ni siquiera me dijo que me sentara y siguió escribiendo lo que estaba escribiendo. Pensé que quizá quería acabar algo. 

Pero cuando me di cuenta de que no era así y de que mi presencia le era totalmente indiferente, después de no habernos visto en tantos años, me despedí con amabilidad. Pero, como en la Parábola del Samaritano, encontré más afecto y cordialidad en esos seguidores de Alá que en ese hermano mío en el sacerdocio.

sábado, mayo 04, 2019

En la foto aparezco con un pastor evangélico



Con este pastor me llevo MUY BIEN, lo mismo que con su compañero Domingo. Pero no sé porqué, a este de la foto le tengo un especial cariño. Es un hombre lleno de Dios.

Hoy he visto la Catedral de la salvación del Pueblo en Bucarest (Rumanía). ¡Magnífica! Son este tipo de proyectos los que me entusiasman. Podéis ver fotos poniendo en Google su nombre en rumano: Catedrala Mântuirii Neamului.

En ese link, podéis ver la liturgía de inauguración:

Las alegrías de las iglesias ortodoxas son nuestras alegrías. Estoy convencido de que acabaremos uniéndonos. En este otro link, se ve el altar que hay detrás del iconostasio: