En el viacrucis, rezamos
e imaginamos las escenas. Estas capillas que propongo permitirían rezar el
viacrucis o meditar la Pasión de Cristo pudiendo ver y tocar esos objetos.
Objetos que formaron parte de los hechos que meditamos y que, en esta iglesia,
serían tangibles.
Lo ideal sería poder tocar
el clavo que, verdaderamente, estuvo en contacto con el Cuerpo de Cristo en el
Calvario. Pero la réplica permitirá, al menos, poder decir: “Señor, ya que no
puedo tocar (o besar) el verdadero clavo, toco (o beso) esta réplica como lo
haría con el verdadero”. Cierto que podemos orar solo con la imaginación. Pero
la devoción puede excitarse si hay algo concreto que tocar que recuerde lo
mejor posible al verdadero clavo, a la verdadera corona de espinas, etc.
Por eso se bendecirían
con largas oraciones, repetidas durante una semana. Y no por un sacerdote, sino
por un grupo numeroso de sacerdotes. Los cuales pedirían que se convirtieran en
objetos que estimulen la devoción. También podrían ungirse con sagrado crisma.
Estas réplicas no
estuvieron sobre el Calvario hace 2 000 años, pero se dejarían durante una
semana (durante la Semana Santa) sobre el altar donde se celebrará la misa hasta
el Jueves Santo: la misa como actualización el Sacrificio del Calvario. Cada día
se oraría por esas réplicas, para que Dios las bendijera y santificara.
Esas réplicas de las
capillas, después, se podrían no solo ver, sino también tocar. Para que uno,
mientras va rezando el viacrucis, pueda tocar el flagelo o la columna donde fue
atado.
Estas reliquias se podrían colocar en contacto (reliquias por contacto) sobre el cuerpo incorrupto de algunos santos o sobre iconos que derraman óleo (también lo exuda el cuerpo de san Charbel en el Líbano) o cosas similares que lo bendigan con su contacto para la alta misión para la que van a ser usadas esas réplicas.
Se podría consultar a varios místicos seguros (tipo Madre Teresa de Calcuta cuando vivió) qué más se podría hacer para santificar esos meros objetos materiales. Meros objetos materiales que se convertirán en testimonio tangible de hasta qué punto padeció y nos amó Jesucristo.