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jueves, septiembre 24, 2020

Los atenienses y los washingtonianos

 


La situación de un presidente de los Estados Unidos que pone en duda los resultados de las urnas no tiene ningún peligro constitucional: los tribunales dirimirán todo sin problema. El edificio es totalmente sólido.

Ahora bien, los disturbios populares que puede provocar una declaración en ese sentido, eso sí que puede ser muy grave.

Convendría que hubiera una reunión de las grandes cabezas del partido demócrata y republicano para llegar a un acuerdo ahora y reformar los reglamentos que haya que reformar, antes que hacer el experimento de comprobar si en una nación de 328 millones puede haber veinte o diez personas que hagan cualquier barbaridad en nombre de la democracia.

Insisto, debería haber un acuerdo bipartisano para hacer lo que sea en orden a que no haya ni el más mínimo atisbo de duda en este campo.

Estoy seguro de que no hay ninguna conjura, ningún complot, para hacer trampas de forma global con el voto por correo. Si algo hay, será anecdótico. Pero el particular sistema electoral de Estados Unidos se presta a que, en un determinado estado, una cantidad muy pequeña de votos cambie el sentido de la victoria a nivel nacional. Bush II obtuvo la presidencia por unos pocos cientos de votos.

Antes de que haya algún asesinato que lamentar de algún exaltado (si se dan todas las condiciones para un huracán político la noche de las elecciones), conviene que se llegue a un perfecto y total acuerdo sobre este tema. Un acuerdo entre los dos partidos, algo que, de ninguna manera, Trump podría poner en cuestión.

Dejando claro que estoy seguro de que no hay ningún complot, sí que es cierto que el voto por correo es un eslabón bastante débil del sistema electoral. Las garantías respecto a la custodia de esos votos no son, ni de lejos, las mismas que las de los votos depositados en una urna. Habría que pensar y repensar el sistema. No solo en Estados Unidos, sino en todas las democracias. Seguro que hay algún modo por el que no quepa ni el más mínimo asomo de duda respecto a esos votos. Pero hay que pensar cómo hacerlo.