Sermones en vídeo

viernes, febrero 26, 2021

Hoy voy a hablar de la política española, como sacerdote

 

Tranquilos que no me voy a inmiscuir en nada que no sea mi campo. Pero es un hecho que, en nuestro país, como en tantos otros, la política se ha convertido en una continua confrontación. Una confrontación que divide a los ciudadanos, los enfrenta, fomenta el odio. Frente a la degradación de la política, se podría pensar que la solución es crear otro partido, un nuevo partido, otro grupo que supere esta situación. Mucho me temo que se convertirá en más leña echada al fuego.

La sociedad debería plantearse una reflexión: ¿Qué hacer para superar esta situación? ¿Qué hacer para crear una mentalidad del consenso, del encuentro, del acuerdo en armonía?

Fundaciones, intelectuales, políticos retirados podrían colaborar. Especialmente, estos últimos podrían hablar con gran conocimiento de causa, apuntando soluciones.

Apuntar soluciones, reflexionar, analizar las causas. La situación merece una larga y tranquila reflexión, sin prisas, pero con la voluntad de decantar las mejores sugerencias para hacer algo.

Si la situación es mejor en los países escandinavos (no lo sé), estudiar por qué es así. Si hay un grupo de países en el mundo que goza de una política más sana, estudiar las causas de esa situación.

El panorama es tan preocupante que esto no se soluciona con un nuevo líder ni con una nueva formación. Se requiere un análisis en profundidad.

Pero es un hecho que los políticos, hablo en general, no son la solución, sino el problema. Ellos son los sembradores de odio. Los partidos se han convertido (como regla general) en grupos que buscan su propio beneficio egoísta.

¿Todos por igual? No, todos por igual no. Unos mucho más que otros. Ha habido líderes y partidos especialmente malos. Ahora bien, lo que ha quedado claro es que las votaciones populares no premian la virtud ni la coherencia ni la racionalidad. 

En España, como en casi todas partes, se vota a un partido como el que apoya a su propio equipo de fútbol. Y lo que quieren los votantes es que su equipo gane a toda costa. La solución a este problema no es fácil. Y, por supuesto, no caben soluciones que no sean democráticas. La dictadura siempre es peor.