El problema
del Imperio Británico es que siguió aplicando criterios conquistadores del
siglo XVI en pleno siglo XX. Ya, en la época de los conquistadores españoles,
había sido examinado el tema de la conquista y la monarquía había recibido un
dictamen muy claro de las universidades españolas: primitivo, sí; pero con un
esfuerzo por entender la dignidad de todo ser humano. Lamentablemente, muchas
veces, se miró hacia otro lado aceptando una política de hechos consumados.
Pero hubo
toda una evolución a mejor rápidamente. Sin embargo, el Imperio Británico
siguió con el comercio de esclavos, estableciendo el racismo allí donde llegaba
y conquistando territorios como si todo el mundo fuera suyo. Todas esas partes del
mapamundi no pasaron a ser propiedad del imperio por decisión propia, sino a la
fuerza.
Muchas veces
se ha presentado la política del imperio como fruto de los prejuicios de una
época, pero se viene a afirmar que Inglaterra fue pionera en la humanización de
su imperio. Lo cierto es que fue al contrario. Las medidas inhumanas de los
británicos eran propias de su imperio cuando países como Portugal, España, Francia
y tantas otras naciones europeas hacía mucho que habían entendido que esas cosas
de ningún modo eran lícitas.
En Europa,
Gran Bretaña no solo no fue pionera, sino que se constituyó como una burbuja de
racismo y opresión. Además, ningún país en Occidente oprimió tanto a sus propios
ciudadanos como Gran Bretaña. Muchos de esos soldados que iban a todas partes
del mundo, hasta 1815, durante cinco años, no iban por la paga, iban obligados
por las levas. El pueblo británico fue la primera víctima de ese sistema
opresivo. Eso no sucedía en España o en Italia o en Portugal ni en Polonia ni
en Austria. Era una específica pésima costumbre inglesa. El imperio existía y
requería (como una bestia insaciable) decenas de miles de hombres para ser enviados
a mantener el orden.
Por supuesto
que ese orden no beneficiaba lo más mínimo a las clases bajas. Si había una
sociedad espantosamente estratificada en Europa Occidental en el siglo XIX era
la inglesa. Los beneficios del imperio, por supuesto, no llegaban a las masas
que forjaron la Revolución Industrial. Esa miseria fue específicamente inglesa
y no de otras naciones que también experimentaron la misma revolución industrial,
pero de un modo más humano.
Los sacerdotes
muchas veces hablamos de pecados. Pero el imperio inglés, justo es decirlo, se
transformó en una estructura de pecado.