Sermones en vídeo

domingo, mayo 16, 2021

No, las realidades sociales no solo son distintas: unas son buenas y otras malas

 

Las palabras de ayer deben ser leídas por parte de alguien que ama a Inglaterra, que ama todas las muchísimas cosas buenas que tiene el Reino Unido.

Pero voy a hacer unas cuantas consideraciones deslavazadas más. Todas esas preciosas películas que vemos sobre las grandes mansiones inglesas se basan en la inmensa acumulación de riqueza en unas pocas manos y en un sistema laboral de servidumbre en el caso de las personas paupérrimas que tenían que servir. Esas casas tenían muchísimo personal. ¡Pero muchísimo personal con sueldos mínimos! Esas bellísimas mansiones de campo eran el síntoma de un gravísimo problema social. La belleza está bien, ¡la amo!, pero eso no me impide ver consideraciones morales detrás de esa belleza.

España era muy pobre en esa época. Pero no existían esas diferencias sociales tan sangrantes y tampoco existió una estratificación social en “castas” tan dura como la de la Isla. Tampoco existió esa “crueldad social” en los países escandinavos o en Francia. Eso tiene explicaciones económicas y sociológicas. Hubo un estallido de la natalidad en Gran Bretaña. Y la pequeña isla, a diferencia de Francia o de los territorios germanos, por poner solo dos ejemplos, no podía asumir toda esa población, la cual comenzó a emigrar adonde fuera.

El estallido de natalidad también sucedería en Alemania o en Italia y comenzarían las emigraciones, en el siglo XIX. Pero la época de la Revolución Industrial fue especialmente cruel con las clases obreras en Gran Bretaña.

Insisto, toda la belleza que rodeaba a la aristocracia británica se basaba en una gran masa obrera que les pagaba esos lujos y esa belleza a unos pocos privilegiados.

En el caso de los aristócratas irlandeses (en esa época parte de Gran Bretaña), esto que he dicho era más verdad que en ninguna parte. Irlanda entera vivió literalmente esclavizada a esa élite. Todos los recursos de la isla eran gastados en Inglaterra, dejando lo mínimo a la “población nativa” para seguir trabajando.

Estas estructuras de opresión fueron especialmente claras y evidentes en Gran Bretaña. Por poner otro ejemplo, Portugal podía ser un país menos favorecido económicamente, pero vivía con dignidad y sin estructuras de pecado de esa magnitud. También en Portugal había ricos y pobres, también había algunas casas de aristócratas, pero todo tuvo una medida mucho más humana.

Os puedo asegurar que la gente tiene una visión muy romántica del Imperio Romano. Pero todas estas cosas tienen una dimensión moral que los cristianos no podemos olvidar. El reino de los macabeos fue un reino humano: un reino sencillo que no oprimió. Pero la Biblia compara a Roma con una bestia con cuyos dientes de hierro devoran y sus patas destrozan con sus garras.

Podríamos seguir comparando entre Brasil (bueno) la Unión Soviética (malo), o entre Luxemburgo (bueno) y el régimen racista que fue el régimen sudafricano (malo). Es decir, hay realidades sociales buenas y realidades sociales malas.