Siguiendo el post de ayer. Lo que la gente considera
como disfrutar de un modo salvaje es el peor modo de gozar de la vida.
Una cosa son los serenos gozos y alegrías que Dios ha puesto en la existencia,
gozos disfrutados con paz, con sereno orden; y otra muy distinta es tratar de
forzar las cosas, buscando el exceso.
En el momento en que se trata de exprimir con
violencia la vida, es la vida misma la que queda herida. Cuanta más violencia
se aplique, más dolor se provocará. Disfrutar salvajemente de la vida es el
camino que lleva justo a lo contrario.
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Esto es como una endemia de nuestra época: una enfermedad
del espíritu que lleva a pensar que los demás están disfrutando de la vida al
máximo y que uno mismo está como arrinconado en esa fiesta del disfrute de la vida.
¿Cómo convencer, sobre todo a los más jóvenes, de que la mayor parte de las personas llevan vidas normales y sencillas? La televisión ha logrado poner tantos pájaros en la cabeza. No, lo lamento, todos no podéis ser ni futbolistas ni actores de cine ni modelos.